“Siempre hay cosas que se dejan sin hacer, o que se hacen mal. Y mi vida no ha sido una excepción, pero no sé si tienen arreglo. Y si lo tienen, me corresponde a mí arreglarlas”
… es una frase de la película “Volver”, de Pedro Almodóvar, uno de los grandes maestros del cine contemporáneo, de la historia del cine… y vale la pena recordar que el cine es un arte joven que tiene mucho aún que dar. De esta frase tengo bastantes cosas que decir, es una lección de vida inigualable, una reflexión de esas que tenemos en la ducha cuando, en la honesta soledad, dominamos o caemos derrotados frente al mundo. Arreglar el caos existencial es nuestra obligación…
¿De quién es el caos?
A la fecha hace ya bastantes años, y perdón que retome esta anécdota, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, seguramente una de las edificaciones más bellas de la capital española, conocí a don Pedro Almodóvar. Aquella fue una noche mágica que sintetizo aquí: acompañé a mi entonces pareja a la entrega de los Premios Ortega y Gasset de Periodismo. Entre el público estaba el multipremiado director. Durante la premiación, como ya lo conté en otro momento, estuve sentado al lado del filósofo contemporáneo Fernando Savater, hombre sencillo y amable, que terminó por ganar mi afecto profundo; también estaba el magistrado Baltasar Garzón que me decepcionó tristemente por su latente esnobismo. Fue en esa reunión de maestros donde conocí también al inigualable escritor mexicano y mi querido amigo Jorge Zepeda Patterson.
Durante esa noche inolvidable conocí a Almodóvar, fue quien poderosamente llamó mi atención. El español nacido en Calzada de Calatrava, en septiembre del año 1949, es quizá el mejor director, productor y guionista de todos los tiempos de la península Ibérica, no tiene mucho más que demostrar, su genial carrera tiene mucha tela de donde cortar… es el maestro, sin lugar a dudas. Aún después de tres lustros no me quito de la cabeza su luminosa presencia, carisma y personalidad. Estreché su mano en el mezzanine, durante la celebración del evento, puedo decir que realmente tiene un aura de estrella hollywoodense; más que director parece el protagonista de sus propias películas. El encuentro fue fortuito, de apenas unos minutos, pero el recuerdo y la retrospectiva que inicié desde entonces de toda su filmografía me sigue sorprendiendo. Es tan increíble ver sus películas. Cada vez que las vuelvo a ver encuentro algo nuevo que me enloquece y por eso escribo hoy estas líneas. Más que homenaje es un sentido reconocimiento a su calidad, capacidad y, sobre todo, a la forma tan especial y particular que tiene de narrar las tan conmovedoras historias que te hacen reír y llorar; como me sucedió, para variar, con su última entrega que disfruté esta semana: “Madres Paralelas”. Hay ocasiones en las que francamente no tengo reparos en demostrar mi ignorancia. Hoy lo hago con mucho gusto.
Las primeras tres películas que vi del maestro, en los años ochenta del siglo pasado, cuando incursionó como un vendaval en el medio cinematográfico fueron “Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón”, “Matador” (obviamente por el título no podría habérmela perdido), y “La ley del deseo”. Confieso claramente que, más que gustarme o disfrutarlas, salí del cine con una sensación de no haberlas entendido. Eso me pasa muy poco, porque regularmente me informó ampliamente cuando voy a ver una película, sobre la trama y particularmente los alcances del director, los actores y las actrices. Sin embargo, fue con su siguiente entrega con la que me robó el corazón para siempre y me convertí en un gran admirador de su arte hasta la posteridad. Su título incomparable: “Mujeres al borde de un ataque de nervios”, por la que recibe un premio Goya a la mejor película de 1988, en España, y también fue candidata a los Premios Óscar.
Desde momento empezó mi romance y aprecio por su monumental obra, solo tuve que iniciar la hermosa travesía sucedida a través de media docena de sus películas, de sus más de dos docenas de obras monumentales que no tienen desperdicio. De sus películas inolvidables rescato: “¡Átame!” (con una Victoria Abril y un Antonio Banderas incomparables), “Tacones lejanos” (Miguel Bosé endiosado), “Kika” (Rossy de Palma insuperable), “Carne trémula”, “Todo sobre mi madre”, “Hable con ella”, “La mala educación” (con la mejor actuación de Gael García Bernal en su vida), “Volver” (Caetano y Chavela fantásticos), “La piel que habito” (Banderas otra vez genial ), “Dolor y Gloria” (Banderas en genio una vez más, interpretando al propio Almodóvar en una entrega autobiográfica y una Penélope Cruz imposible de igualar, como en “Madres paralelas”, su última grandeza).
El maestro Almodóvar ha forjado varias generaciones de actores y actrices, de estrellas de cine que hoy colman el universo, gracias a su maravillosa guía y conducción, además de los mencionados arriba, agrego algunos de memoria: Carmen Maura, Cecilia Roth, Marisa Paredes (sus tres primeras actrices), Javier Bardem, Pepe Sancho, José Luis Gómez, Dario Grandinetti, Ángel de Andrés López, Fabio McNamara, Imanol Arias y un largo, larguísimo etcétera de formidables artistas. A estos nombres hay que sumar sin más sus numerosos reconocimientos: dos premios Oscar, dos Globos de Oro, cinco reconocimientos BAFTA, nueve Goyas, 4 premios César, además del Premio Príncipe de Asturias, el gran reconocimiento de su patria, además de ser hijo adoptivo de Madrid.
Para concluir destaco fervientemente que espero con ansiedad la siguiente entrega del inmortal maestro Almodóvar que, a lo largo de sus 72 años de vida y trayectoria creativa le ha entregado al mundo un legado brillante de celuloides envueltos en trazos de luminosidad esplendorosa. Desde la profundidad de mi corazón le deseo larga vida al hijo de la Ciudad Real de la amorosa España.
Hasta siempre, buen fin