Al finalizar la entrega anterior nos quedamos justo en la partida desde Madrid a Jaén en una suerte de autostop muy a la europea. La salida, pues, de la hermosa capital española en la calurosa mañana del 12 de junio de este irrepetible 2022, se dio entre felicidad, pasión y amor. El viaje tenía como objetivo arribar hasta Jaén para disfrutar del inesperado retorno de la máxima figura taurina de nuestro tiempo el incomparable José Tomás, mejor conocido como el “Príncipe de Galapagar”. Los integrantes de la banda que se conformó para el viaje resultaron tan disímiles como divertidos por la versatilidad de los orígenes, nacionalidades y profesiones. Sin embargo, hermanados en una pasión desmedida, cada quien, en su estilo de forma y entrega, disfrutamos de la fiesta más bella de todas las fiestas.

“Dicen que por las noches
nomás se la iba en puro llorar
Dicen que no dormía
nomás se la iba en puro tomar
Juran que el mismo cielo
se estremecía al oír su llanto”.

Tomás Méndez

Aquí enlisto a los miembros de ese distinguido grupo que viven ya en mi memoria: el líder del viaje y responsable de juntarnos, más por travesuras del destino que por planeación, fue John, aunque inicialmente habíamos quedado de reunirnos todos los viajantes en las inmediaciones de la plaza en Jaén; no obstante, alguna divinidad o algo decidió que emprendiéramos la travesía juntos desde Madrid, viaje que resultó a la postre mágico. Aunque John no se considera un aficionado practico, lo es en infinidad de sentidos, además de ser un excelso “becerrista”, es por mucho el mejor taurino norteamericano que conozco y un gran amigo, casi hermano perdido de afición. Un Hemingway atrapado en otro tiempo.

John es el responsable de tantas muestras de cariño e integración que se gestaron durante esa inolvidable velada, ya que nos juntó en el coqueto carrito europeo que condujo el diligente madrileño don Juanpa que felices nos llevó a nuestro destino. Además de John, conformaron el cuarteto Sue, peruana avecindada en San Francisco, California, Estados Unidos, y cabeza de una peña taurina llena de conocimientos. Se sumó al viaje la cantante mexicana María Elena, quien además es escritora y periodista, cerrando el cartel el escribiente, que prestos nos preparamos para iniciar nuestra aventura donde al final del camino nos esperaba la majestuosa colombiana Olga “Polly”, la increíble fotógrafa personal de Morante de la Puebla, Sebastián Castella y por supuesto de José Tomás. Imaginen la calidad de su trabajo para que el celo le permita estar por sobre esos seres irremediablemente veleidosos.

El trayecto nos tomó un poco más de tres horas en una larga y deliciosa platica salpicada de las respectivas anécdotas taurinas desplegadas por cada uno que, como bien dice el gran Raphael - a su manera - fueron narradas sin menoscabo de las exageraciones e intercambiando las confidencias propias que acompañaron los distintos momentos de nuestras historias irrepetibles, que se quedan impregnados en la memoria de aquél que ama tanto como nosotros el ritual y la liturgia taurina: entre hija y ahijado de torero, empresario, empresaria y un largo etcétera de atributos que preferimos creer antes que averiguar, como diría cualquier mazatleco.

No voy ahondar en la corrida de toros, basta decir que cumplió por mucho todas nuestras expectativas, aunque de nuestro héroe siempre esperamos más, queremos más. Sin embargo, lo más entrañable y que guardaré eternamente en mi corazón fue la adorada compañía, la comida en el restaurante de llegada en el pueblo aledaño junto a una coqueta placita de toros que, como advertí en mi entrega previa, todo se desborda cuando aparece el nombre de “El Príncipe de Galapagar”. Ya en Jaén con “Polly” a nuestro lado corrimos todos a nuestros asientos a sudar toda la tarde de emoción bajo un sol esplendoroso. La tarde de José Tomás fue inolvidable porque, así como lo es cada uno de sus movimientos, también su arte debe quedar plasmado en el tiempo porque jamás sabemos a bien cuándo regresará a las arcillas.

De Jaén puedo señalar infinidad de cosas, pero me referiré a una sola que atesoro y explica mi infinito adoración por nuestra madre patria. Cuando me preguntan por qué España es mi país preferido en Europa, la respuesta es muy sencilla, no existe pueblo o ciudad española que no esté llena de grandeza, con su plaza mayor, su iglesia, su gente, todas y enfatizó el todas, son tan dignas como hermosas, con su propia y majestuosa personalidad, como Jaén.

Antes de concluir quiero señalar que las lágrimas derramadas sobre el postre que compartimos todas y todos los comensales durante la cena, en el hermoso hostal donde cenamos, fue el corolario maravilloso de una jornada sin igual. Las lágrimas fueron de María Elena que cantó feliz al dar lectura de la crónica que aparece en “Los Dones I”, que versa sobre su inmortal madre, Doña Lola Beltrán, embajadora universal de México para el mundo, que interpretó como nadie lo hará jamás el “Cucurrucuqú, Paloma”. Me quiero despedir retomando estas palabras del gran poeta Salvador Novo, tan unido a Lola Beltrán por estos versos del dramaturgo que ella hizo suyos como el “Cucurrucuqú”: “si te acepto es porque quiero que me abone / la desgraciada vida la que me abrió esta herida... / La cuenta ya olvidada... / la cuenta ya.... perdida / que no alcanzó a pagarse... / con nuestra juventud... / Nos volvimos a encontrar... / Después / De tanto”.

Estoy enamorado y radiante lo acepto… GEMY.

Hasta siempre, buen fin.

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