Por: Carlos Mora Álvarez
Que suerte la mía
¨ Que triste agonía, después de caído
Volver a caer
Qué suerte la mía, estar tan perdido
Y volver a perder ¨
José Alfredo Jiménez
Queridas Amigas, Apreciados Amigos, Admirados Lectores, eternamente agradecido por leernos, recordemos que en la entrega anterior les compartía mis primeras incursiones, además de excursiones a mi añorada Capital Estatal, Mexicali, Baja California. Las tres primeras fueron en los años de 1965, 1972 y 1975, son las que enmarcan el arranque de mi romance permanente con esta bendita tierra. A partir de la década de los años ochentas, las visitas fueron ´” IN CRESCENDO “, específicamente en el ramo empresarial, sobre todo en el industrial, cuando me convertí en uno de los más jóvenes consejeros de mi alma mater empresarial con apenas veintitantos años, La Cámara Nacional de la Industria de Transformación, CANACINTRA. En esa institución y posteriormente en La Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo, CONCANACO-SERVYTUR , fui prácticamente todo, desde Consejero, Secretario General, Vicepresidente, hasta Director General, donde recibí cientos de enseñanzas, lecciones, guías, especialmente sobre liderazgo, aunque ya venía de ser el Presidente del Club Leo La Mesa en Tijuana a los 15 años, y presidir la mesa directiva, de la Sociedad de Alumnos del Instituto México con 16 años en la misma ciudad, durante la escuela secundaria.
Algo sabía de hablar frente a un auditorio, pero hacerlo a nivel estatal, en nuestra capital, acompañando a los más importantes hombres y mujeres de negocios, representantes de la Iniciativa Privada, defender el posicionamiento frente al sector gubernamental, adquirió otra dimensión. Los nombres más emblemáticos que resaltaban en Mexicali por su capacidad, liderazgo y talento, tenían iniciales de un valor monumental, aún vigentes gracias a las nuevas generaciones, de esa época recuerdo con mucho cariño donde afortunadamente prevalecen lazos y vínculos de afecto con apellidos como, Martínez Palomera, Santana, Castellanos, Montaño, Traglapietra, Valle, García Franco, Gallegos, Luken, Valdez, Flores, Hernandez Maytorena, Vildosola, Del Bosque y un largo etcétera de gente buena, de bien, con históricos legados, trasmitidos a hijos, nietos y hasta bisnietos. Las visitas a nuestra cabecera estatal eran, son una delicia, particularmente por la convivencia con estos ilustres personajes que tanto me enseñaron durante los años 80´s, mucho me ayudó para las encomiendas que el futuro me deparaba, en esa tierra, nuestra tierra desde la RUMOROSA, pasando por el Centro Histórico, siguiendo por el Valle, sin dejar de lado Algodones, hasta San Luis Río Colorado, donde nos hermana la frontera con Sonora. Difícil me resulta precisar el número de viajes, hasta que llegó la siguiente década y entonces sí, las sucesiones y la estadía fueron realmente incontables, porque llegó la política no sólo empresarial, sino la “ REAL POLÍTICA “, que se introdujo en mi vida de forma por demás apabullante, por ello las mayúsculas. El primer debate político que presencié en mi incipiente intento de conocer la política, fue en 1991, se llevó a cabo en Tijuana, en lo que es hoy el GRAND Hotel, lo organizó la COPARMEX, fue de un alto nivel discursivo, por el respeto, la cordialidad y la civilidad con la que se trataron los participantes, por cierto, el lleno del aforo se destacó, la organización resultó impecable. Los formidables de batientes fueron Don Héctor Terán Terán, que venía de ser Secretario General de Gobierno, durante la administración del primer Gobernador Panista del País, el Licenciado Ernesto Ruffo Appel y Don René Trevino Arredondo, el primero nacido en Moctezuma; Sonora, pero a la postre tan mexicalense como el más, el segundo nacido en Piedras Negras, Coahuila e igualmente tan tijuanense como el que más, para muchos, incluido el escribiente, el mejor Alcalde que ha tenido Tijuana en su historia, llena de buenos Alcaldes y ahora Alcaldesas afortunadamente. Lo impresionante del primer ejercicio celebrado con estas características para conocer a los aspirantes al Senado, fue francamente la pulcritud y el nivel del histórico evento, en una sola tarde, aprendí infinidad de lecciones, que me llevarían en múltiples ocasiones en los siguientes años a Mexicali, invariablemente con una sonrisa en la boca, incluida la ilusión que despertaba cada nueva visita, que llevaba de la mano un propósito específico, sin duda, con resultados regularmente exitosos, particularmente en los años de 1995 y posteriormente de forma inesperada e increíble en 1998, sin imaginar lo que sucedería en el 2013 y el 2020, que suerte la mía, cantaría, el inmortal guanajuatense José Alfredo Jiménez.
Continuará.
Hasta siempre, buen fin.