“Es inútil dejar de quererte
Ya no puedo vivir sin tu amor
No me digas que voy a perderte
No me quieras matar corazón”
JOSÉ ALFREDO JIMÉNEZ
El epígrafe que engalana esta columna, como les contaba en la entrega anterior, queridas amigas, apreciados amigos, distinguidos lectores, es de la primera melodía que grabó el Divo de Linares de un compositor mexicano, el inmortal José Alfredo Jiménez, el primer guanajuatense en internacionalizarse con ese tipo de música (curiosamente, al igual que el compositor y director de orquesta que compuso “Sobre las olas”, el genial Juventino Rosas, que fue mucho más apreciado en el extranjero y, sin embargo, existe un poblado en su tierra, el propio Guanajuato, que lleva su nombre y permite aún recordarlo; por cierto, esa fue la primera pieza que le toqué completa en el piano a mi madre y, eventualmente, lo sigo mal haciendo para mi amada GEMY).
Pero Raphael no solo grabó, y sigue interpretando, esta antigua canción mexicana titulada “Corazón, corazón, corazón”, convertida del huapango original a un bolero con una magistral teatralidad. A principios de la década de 1970 unió su talento al de la antigua Rondalla de la Universidad de Guanajuato cantando por los callejones de la ciudad inspiraciones mexicanas como “La llorona”, “Huapango torero” y “Sandunga”, por citar algunas de las más populares y recordadas.
Como les comentaba la semana anterior, el pasado 21 de septiembre tuve la fortuna, tomado de la mano de mi idolatrada esposa GEMY, de disfrutar un concierto inolvidable de Raphael en Alicante, España. Es la segunda vez que lo veo y escucho en vivo, siendo la primera hace más de 40 años en nuestro pedacito de patria, Tijuana, Baja California, en el añejo y adorable Club Campestre, con el patrocinio de la inagotablemente generosa cartera de mi Papá.
La realidad es que, en esa primera ocasión, me encantó: la voz, la personalidad, la forma de entregarse llenando el escenario, abarcándolo completamente, llegando al corazón de la audiencia… es realmente incomparable. Sin embargo, en esta ocasión me encantó más, mucho más, porque a sus 81 años sigue siendo aquel, pero, si se me permite la comparación, después de más de 60 años en teatros, auditorios, plazas, estadios alrededor de todo el mundo −España, Francia, la Unión Americana, Latinoamérica y un largo etcétera que abarca todo el planeta−, desde aquel lejano 1979, cuando lo vi por primera vez, hoy es infinitamente más encantador, más allá de las escenas del obligado y reconocido dramatismo teatral, su simpatía natural se desborda constantemente y no se saca la sonrisa permanente de la cara, de los ojos, del cuerpo entero; merece totalmente la pena gozar su mística como mágica entrega.
No voy a aburrirles con las canciones que todos los hispanohablantes, al igual que miles de millones de ciudadanos del mundo, conocemos, ni de los premios, reconocimientos y galardones que ha recibido merecidamente a lo largo de su fructífera carrera, lo único que me permito recomendar, con el mayor de los respetos, es que, si tienen oportunidad, no se lo pueden perder, en su longevidad está posiblemente mejor que nunca.
Cierro esta entrega como un homenaje al alimón, para RAPHAEL y JOSÉ ALFREDO (ambos con mayúsculas, aunque se enoje mi gordito editor), va para todas y todos ustedes desde lo más profundo de mí…
Corazón, corazón, corazón
Corazón (corazón)
Corazón (corazón)
No me quieras matar, corazón
Es inútil dejar de quererte
Ya no puedo vivir sin tu amor
No me digas que voy a perderte
No me quieras matar, corazón
Yo que diera por no recordarte
Yo que diera por no ser de ti
Pero el día que te dije “te quiero”
Te di mi cariño y no supe de mí
Corazón (corazón)
Corazón (corazón)
No me quieras matar, corazón
Si has pensado dejar mi cariño
Recuerda el camino donde te encontré
Si has pensado cambiar tu destino
Recuerda un poquito quien te hizo mujer
Si después de sentir tu pasado
Me miras de frente, me dices adiós
Te diré con el alma en la mano
Que puedes quedarte, porque yo me voy
Corazón (corazón)
Corazón (corazón)
No me quieras matar, corazón
Añoranza:
En la Añoranza anterior les recordaba que Curro Rivera cortó cuatro orejas el 22 de mayo de 1972 en la Plaza de Toros de Las Ventas, en Madrid, España. Cinco días después, el día 27, el maestro regiomontano don Eloy Cavazos sería −hasta hoy− el último mexicano en salir por la puerta grande del máximo coso taurino del mundo. El que teclea tuvo la enorme fortuna de acompañarlo en la celebración de ese acto, en el aniversario número 50, en el año 2022, del acontecimiento en pleno ruedo, en una celebración encabezada por un espléndido mariachi… ¡Olé! ¡Olé!, ¡Olé!
Hasta siempre, buen fin.