Seguramente al “Camino de Santiago” se le conoce más como un título o afirmación, quizá como una interrogante, duda, una reflexión; intento explicarlo para continuar con esta segunda entrega. En verdad, como con tantas historias sacras de Europa y el mundo cristiano, no existe certeza documental del camino que recorrió el apóstol Santiago y, al decir esto, no estoy cometiendo un sacrilegio. Estas palabras están basadas en el origen de la duda, pero no en la ausencia total sino en la presencia del santo que sí deambuló por ahí pero no sabemos las verdaderas rutas que tomó. Por esto me atrevo a plantear las interrogantes, las variables y el destino donde nació la monumental e infinita plaza en todo su esplendor con la basílica bellísima e incomparable.
ALBERT EINSTEIN
Así como lo he escrito en infinidad de ocasiones, cuando personalmente arribo a un nuevo lugar, invariablemente tomo el camión turístico que, en este particular caso fue un coqueto trenecito, que te obsequia una perspectiva gradual sobre la ciudad a conocer; recibiendo información general para después trasladarse a revisar con detalle los sitios de mayor interés. Puede decirse que Santiago de Compostela es una ciudad, un pueblo en el criterio español, extraordinariamente versátil, hermoso e inigualable. Es todo eso y, además, es un espacio en la tierra donde el aura religiosa todo lo invade, lo torna místico. Es una magnifica ciudad moderna, cosmopolita y clásica. Supongo que el corazón de cada caminante ve y siente lo que necesita para arribar a su encuentro con la Fe.
Por todo esto, durante el recorrido en el trenecito, lo que captó poderosamente mi atención fue la estatua del apóstol en una postura extraordinaria que, con majestuosidad, genera una visión momentánea de abarcarlo todo celestialmente, para dar su bendición perpetua a la Ciudad que lleva su nombre. Dentro de la Plaza Mayor hay una inmaculada trinidad que encabeza obviamente la basílica frente al Ayuntamiento (así se denomina a las oficinas donde despacha la autoridad municipal, diferencia que aprendí cuando fui regidor el siglo pasado donde el Ayuntamiento de Tijuana es el espacio que se gobierna), al lado derecho del recinto eclesiástico en perfecta sincronía arquitectónica se encuentra el Hostal de los Reyes, hotel de gran turismo - más de 5 estrellas - que sobre pasa con mucho ese rango y que genera estructuralmente una “U” con una vista de tal impacto que te deslumbra al colocarte al centro para recibir una descarga cósmica instantánea.
Considero que esa apreciada descarga del universo es precisamente la Fe, la infinita Fe mancomunada de todos los seres humanos que nos concentramos momentáneamente en esa geografía anhelada, donde el destino nos hermana en el esperanzador encuentro con nosotros mismos. Sin embargo, es esa gigantesca energía comunal la que desborda el corazón de todos los que llegan a través de su camino particular sin importar cuál sea y cuál necesite cada hombre o mujer. Hasta ese punto en el universo todos se dejan guiar por su propia visión interna y consiguen la paz espiritual gracias a su singular camino... dicho de otra forma: a su propio destino.
Mi querido amigo, don Jorge Kuri Rojo, caminante como pocos que regularmente me asistió en el antes, durante y después del “Camino de Santiago”, me regaló antes de partir de nuestra bendita tierra unas palabras que guardé dentro de mi corazón: “Carlos, una vez que llegues y cumplas tu íntimo propósito con nuestro Dios padre, te refresques y te relajes, hazte un favor, haznos (maravilloso integrador plural) un favor, y siéntate frente a los ventanales del hotel, donde sentirás una alegría humanitaria con sólo observar las sonrisas de satisfacción de cada caminante que cumple su misión espiritual. Será tan mágica como la tuya”. Realmente así fue, no tendré nunca suficientes textos para agradecer a don Jorge su consejo al respecto y de muchos otros aspectos de su espléndida vida y su genial bonhomía que han enriquecido su existencia de la que me pidió - casi prohibió - publicar, al menos hasta que sea llamado a su lugar junto al Señor; hecho que seguramente sucederá con el tiempo, pero que todos los días rezo para que pase muchos años junto a nosotros.
Para finalizar sólo retomo estas palabras de Thomas Paine: “El mundo es mi país, toda la humanidad mi familia, y hacer el bien es, en todo caso, mi religión”. Tengo Fe en los demás, en Dios, en que todas las cosas ocurren por algo, en que los encuentros son sanas rutas del destino, como la que me llevó a mi GEMY.
Hasta siempre, buen fin.
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