Previo a inicar esta entrega y más allá de dedicarle esta columna a mi madre, me permito citar a un símbolo que admiro, George Washington, respecto al amor que sentía por la mujer que lo trajo al mundo: “Mi madre era la mujer más hermosa que he visto nunca. Todo lo que soy se lo debo a mi madre. Atribuyo mi éxito en la vida a la educación moral, intelectual y física que recibí de ella”. Dicho eso, gracias, mamá por hacer de mí un hombre, tu hijo por siempre… tu garra y fuerza eterna.

A la travesía maravillosa de la mujer más hermosa del mundo, por sus primeros ochenta años de vida, doña Consuelo Álvarez Fernández de Mora, por su felicidad eterna.

Dejé para esta entrega el séptimo arte porque es quizá, elimino el quizá, mi favorito. El pasado domingo seis de marzo a las 20 horas, después de terminar, aunque jamás termine de celebrar el 80 aniversario del nacimiento de mi madre, disfruté de la última película de Ridley Scott titulada The House of Gucci. Destaco la actuación de todos, sin duda, me encantó la representación de Johanna Angelina Germanotta “Lady Gaga” y, a estas alturas me resulta intransigente que no esté nominada al máximo premio de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, el Oscar; no creo que nadie pueda superarla en su categoría. En mi infinita admiración por el cine y en mi calidad de crítico en silencio, he acuñado una frase: “entra en mi top ten”. Esto significa que está entre mis diez películas favoritas, esto pasa cuando alguna me emociona hasta la médula; listado que a estas alturas debe superar una centena. Para no alargarme, citaré efectivamente 10: El padrino, La novicia rebelde, El Gallo de

oro, Interestelar, Dune, Cabaret, El violinista en el tejado, El príncipe de las mareas, La La Land y ahora The House of Gucci.

Y bien, retomo mi columna previa y su título: Dos galerías… Pedro y David no podrían ser más distintos. A Pedro Ochoa Palacio, mi compadre, lo conozco desde la infancia. Por ahí anda una fotografía de mi cumpleaños número cuatro, pegándole a la piñata y Pedro está junto a mí. Desde que tengo memoria nos une una entrañable y sólida amistad que es realmente mi más importante vínculo con la cultura y las Bellas Artes. Él me aclara cualquier duda, me ilustra con sus enciclopédicos conocimientos y su basta memoria sobre cualquier campo de la cultura. Sus explicaciones están plenas de información desbordante, de simpáticas anécdotas reverenciadas sobre cualquier artista, intelectual, autor, compositor, escultor y ese largo infinito que compone el universo de las artes y sus principales personalidades. No en balde, Pedro Ochoa, fue el primer secretario de Cultura de Baja California; dos veces director del Centro Cultural Tijuana. Y, durante dos lustros, fue el cónsul de cultura en el Consulado General de México en San Diego.

Así, puedo decir que a David Saul Guakil me une una gran amistad desde hace más de tres décadas. Nos conocimos muy jóvenes siendo directivos de los organismos empresariales del municipio, Canaco y Canacintra. Qué tiempos aquellos. Nuestra amistad se enriqueció y consolidó a finales del siglo pasado, cuando tuvimos el honor de ser electos, miembros del cuerpo de ediles del XVI Ayuntamiento de Tijuana. A la fecha, David se ha convertido, junto con su gran familia, sus hijos Salomón, Isaac y Daniel, su esposa Lorena, en los principales desarrolladores de nuestra bendita tierra. Realidad que se aprecia en su justa dimensión porque están transformando por completo nuestro terruño, llevándolo hacia la modernidad con sus magistrales edificaciones que cambian el rostro de Tijuana.

Cuando presente a Pedro y a David hace ya varios años no transitaron bien al inicio. Como lo mencioné líneas arriba no podrían ser más distintos. Necio como soy en cuestiones particularmente de amistad; no los dejé de invitar a comer hasta que logré que se cayeran bien, se entendieran y forjaran los cimientos de una amistad que se concretó con el tiempo. En los últimos días ambos me dieron una grata sorpresa por vías distintas pero unidos por una misma pasión. Recibí en la misma semana una inesperada e increíble invitación que a la postre resulta histórica. La primera invitación me llegó por parte de David donde me pedía acompañarlo en la inauguración de su Galería de arte bautizada como Cosmopolitan Art Gallery, en pleno corazón de la Zona Río. Esto fue el pasado 18 de febrero donde expusieron diversos artistas de la región fronteriza concentrados en una muestra llamada Psicografía.

No acababa de leer la primera convocatoria cuando llegó la segunda por parte de Pedro. La invitación llevaba consigo la siguiente leyenda: El próximo nueve de febrero, en el Edificio Brick 10, se inaugura la Galería de arte POP [acrónimo de Pedro Ochoa], con el objetivo de promover el arte y el coleccionismo en la frontera Tijuana-San Diego. La apertura al público fue con obra reciente de Ángel Valra, pionero de las artes plásticas de Baja California. Reconocido por haber expuesto en los museos más importantes de nuestro país y, sobre todo, por posar para la portada de la Revista Siempre en 1969, con un “Quijote” de su autoría. La obra de esta exposición inaugural es abstracta donde se valora la composición pictórica y la libertad plena del creador. La Galería POP expone igualmente a los maestros Carlos Coronado y a David Silvah, y estará abierta a los visitantes de jueves a sábado por cita al correo: pochoa.galeriapop@gmail.com.

Por último, quiero decirles con el corazón en la mano a mis queridos amigos don Pedro Ochoa Palacio y a don David Saul Guakil, simplemente gracias eternas e infinitas, gracias a nombre de nuestra patria chica, por estos dos maravillosos obsequios, por estas dos galerías que, como joyas invaluables, revaloran el posicionamiento y rostro de nuestra tierra.

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