Carlos Mora Alvarez

“La democracia surge de la noción de que los que son iguales en cualquier aspecto, son iguales en todos los aspectos; porque los hombres son igualmente libres, pretenden ser absolutamente iguales”.

ARISTÓTELES

A mis 61 años de edad, puesto que nací el 27 de abril de 1962, recuerdo con singular emotividad la primera vez que participé en una elección presidencial, allá en el lejano año de 1982. Ronald Reagan ya ejercía como líder de Estados Unidos ante el mundo y en México vivíamos la crisis del 82 aquella donde nuestro país tuvo que solicitar una prórroga para realizar sus pagos de deuda. En la boleta electoral de aquella justa aparecía el nombre de don Miguel de la Madrid Hurtado, cómo olvidarlo, y así que sin mayor discernimiento voté por él.

Lo confieso con total franqueza, aquella elección fue más un acto impulsivo que un ejercicio político o democrático. Ejercí mi sufragio porque sabía que tal personaje ganaría las elecciones y no deseaba ser parte de aquellos que quedaban fuera de la historia. Podría llamar a ese momento un craso error, no obstante, la democracia se aprende y el pensamiento político se madura, hay que afrontar las decisiones con valor sereno y la mirada de frente. En la realidad de la política contemporánea del país todos emanamos de una misma fuente.

En 1982 estaba recién casado, mi hijo Carlos Francisco tenía 3 años, alegraba mis días y me alentaba a crecer más como profesional y hombre apasionado. Iba aprendiendo sobre la vida, más que de partidos o cuestiones electorales. Así pues, ya en 1988 participé en la siguiente elección con una mentalidad más crítica, estaba más informado, gracias a mi padre, quien siempre ha sido

un activo educativo y ha compartido su punzante opinión sin empacho. Él nos convenció a algunos de sus seguidores, como si fuéramos acólitos, de que el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano tenía mucha razón acerca de su visión crítica del país que necesitaba un cambio urgente, una nueva ruta ideológica. Para entonces, don Miguel de la Madrid Hurtado, ya había afianzado los pilares del neoliberalismo que nos regiría durante más de tres décadas.

Recuerdo como si fuera ayer, después de una sesión de trabajo en el Club de Leones Calafia, al que tanto mi padre como yo pertenecíamos, dialogamos todos acerca del cambio que se venía para el país, del nuevo rumbo de la democracia, de los nuevos actores políticos que deberían de tomar los congresos para de verdad ejercer un cambio nacional de raíz. Todos acordamos ir, a la mañana siguiente, a inscribirnos en el movimiento del ingeniero Cárdenas, el hijo del general que redefinió el nacionalismo en México. Como suele ocurrir, de los veintitantos comprometidos la noche anterior, creo recordar que llegamos menos de media docena a la convocatoria. Para ese momento, ya estaba convencido y consciente de cambiar a nuestra amada nación. El fin de siglo se acercaba, que mejor forma de iniciar un nuevo milenio que con una patria renovada.

Con el paso de los años también aprendí que los grupos ciudadanos sin utilidad son aquellos que no están conformados por ciudadanos libres, sino por simuladores de la democracia que buscan el dedazo arcaico en tiempos de una regeneración total. Hay que ganarse su lugar en la historia y la saliva jamás ha sido buen hormigón para la democracia. El ingeniero Cárdenas logró sentar las bases de un movimiento sin precedentes donde la libertad de expresión tomó más fuerza. Cárdenas triunfó en la esperanza del pueblo, no así en las urnas, pero su trabajo dio paso a la alternancia política al inicio del nuevo siglo con Vicente Fox. Algún avezado periodista de la época acuñó el transparente concepto de: “Cárdenas martilló sobre el muro de la alternancia, hasta que Fox logró tumbarlo”.

Hoy en día, nos enfrentamos a la interrogante de cómo resolver nuestras diferencias de manera respetuosa y sensible, entre todos y todas. Para mí, está claro, aunque no sea sencillo: podemos hablar con profunda seriedad, con respeto y educación, sin polarizar, sin llegar al insulto, a la descalificación. Es la pregunta sentida y encomiable que planteo, sin descalificar a nadie y sin ofender, por supuesto. ¿si todos queremos el bien para México, para qué darle tantas vueltas al asunto? ¿o acaso el concepto de bienestar o paz social es diferente para cada gobernante?

Hoy, con el más sentido convencimiento, pretendo participar en el proceso electoral de manera respetuosa, sin ánimo crítico en contra de los posibles competidores en el mismo espacio donde pretendo servir, estoy en paz y que la paz sea con todos y particularmente con todas. No me guío por ideologías exacerbadas sino por un proyecto de nación porque insisto: ¿no se supone que las personas de bien deseamos el bienestar para el mismo país que nos arropa? el poder no me interesa, servir siempre ha sido mi vocación. Si puedo servir de forma real, aquí estoy como soldado de la patria, de nuestra gran nación. México tiene grandes mujeres y hombres que desean hacer el bien, los invito a buscar juntos también esos perfiles ciudadanos que no simulan.

Debemos reconocer que la transformación era necesaria y que ahora tenemos las bases para un México más justo para todas y todos nuestros connacionales. No nos quejemos, actuemos. Si en lugar de perder el tiempo durante estos años hubiéramos trabajado de la mano para reorganizarnos a partir de la transformación política del país habría más felicidad en nuestra gran nación y menos rencillas.

Agradezcamos que podemos llevar a cabo esta transformación con seriedad, porque la primera sentencia verbal es: “primero los pobres”, y es evidente que: gracias al licenciado Andrés Manuel López Obrador, Presidente de todas y todos los mexicanos, el rostro de México es otro de cara a un siglo que apenas inicia. El juego del poder por el poder mismo es un divertimiento para carentes de frente. el amor, señoras y señores, es el motor

que debe movernos hombro con hombro con nuestras familias… nuestros seres amados serán los primeros en marchar hacia el futuro esperanzador que nos espera si sabemos construirlo, que así sea por el bien de nuestra bendita tierra.

Añoranza:

El texto, que mucho me has honrando al leer: Querida Amiga, Apreciado Amigo, Admirado Lector, Distinguido Paisano, es el discurso que dirigí en la presentación de nuestro nuevo libro “HISTORIAS DE BAJA CALIFORNIA”, donde narramos pasajes de la vida de los grandes varones y la dama que han liderado nuestra preciosa entidad. Igualmente contiene una serie de propuestas personales y sobre todo nuestra clara, puntual y firme intención de trabajar por la tierra, que tanto, tantos amamos. Las presentaciones se celebraron, la primera, el 15 de agosto del 2023 en EL CLUB DE INDUSTRIALES DE CDMX, encabezada por: el licenciado Miguel Torruco Marqués, Secretario de Turismo Federal, la licenciada Carolina Aubanel Riedel, Empresaria de Baja California, la licenciada Yeidckol Polevnsky Gurwitz, Diputada Federal, el maestro Hugo Alfredo Hinojosa, Editor General, y el licenciado Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Ministro de la Suprema Corte de la Nación. La segunda presentación se llevó a cabo en el Palacio Municipal de Tijuana, Baja California, el día 4 de septiembre de este mismo año, en ceremonia encabezada por la Presidenta Municipal de nuestra ciudad, la licenciada Monserrat Caballero Ramírez, el licenciado Miguel Ángel Mora Marrufo, Presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos del Estado, el licenciado Miguel Lepe Bravo, Delegado Federal de la Secretaría de Gobernación, y la licenciada Karla Patricia Ruíz Macfarland, Primera Alcaldesa de nuestro municipio. Este apunte se deja con la fina atención para la memoria colectiva de todas las personas de bien, que luchan por el bien.

Hasta siempre, buen fin

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