Los dichos y los hechos.

“El coordinador de Morena en la Cámara de Diputados, Ignacio Mier Velasco, insistió en la urgencia de que se apruebe la reforma eléctrica propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), ya que de lo contrario la Comisión Federal de Electricidad (CFE) tendrá un quebranto anual de más de 435 mil millones de pesos” (Reporte índigo, 02-11-21).

“El embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, expresó preocupación de su gobierno por la iniciativa de reforma energética que se discute en el Congreso mexicano. El diplomático difundió que se reunió este miércoles con autoridades del gobierno federal para expresar serias preocupaciones sobre el tema” (El Universal, 02-11-21). “El coordinador de Morena en la Cámara de Diputados, Ignacio Mier , informó que prevén concluir el proceso de aprobación de la reforma eléctrica hasta abril de 2022 , incluyendo al Senado y los congresos locales” La Razón, 2-11-21). ¿El presidente, su partido y sus aliados podrán sumar los votos necesarios para aprobar una reforma constitucional en materia eléctrica en la Cámara de Diputados? ¿El “amigo” del norte, que no se ha reunido con el presidente, ya le expresó una posición clara respecto a la contrarreforma? ¿Podrá un mentiroso contumaz como Bartlett encabezar una batalla político-legislativa en la que se requiere credibilidad? ¿Será suficiente el discurso nacionalista para convencer a la oposición de que perderá votos en las próximas elecciones si no apoyan la contrarreforma? ¿Será necesario acudir a los expedientes privados sobre la vida y obra de los legisladores de oposición para lograr con chantajes la mayoría calificada? Muchos cuestionamientos en los que lo menos importante es lo que debiera importar. ¿Cómo se logra la sostenibilidad energética para las próximas décadas en un contexto de demanda creciente para el desarrollo económico incluyente? No sólo es un asunto de tarifas bajas, sino de financiamiento a largo plazo de la infraestructura y garantía a las generaciones futuras de la disponibilidad suficiente de fuentes de energía.

Hay una alerta sobre las cuantiosas pérdidas de CFE, casi medio billón de pesos, que representan el 7 % del total del presupuesto, sino se aprueba la contrarreforma. El Consejo Coordinador Empresarial calcula que el costo de la contrarreforma será de 1.5 billones de pesos, lo que representa el 21% del total del presupuesto. En cualquier escenario el gobierno pierde.

También hay que considerar que la apuesta por el rescate de la “soberanía energética” es alta y el aumento de las transferencias presupuestales a CFE se traducirá en menos recursos para la salud, educación y vivienda para los grupos marginados. Hay que señalar que no necesariamente toda la pérdida proviene de las malas prácticas supuestamente detectadas del autoabastecimiento eléctrico, ni de los contratos legados relacionados con el suministro básico, ya que hay que sumar como causa de la futura insuficiencia financiera el regreso al esquema anterior de pensiones que elevó significativamente los gastos de operación de la empresa productiva del estado y la ineficiencia de un mercado monopólico controlado por el gobierno sin limitación técnica, ni sometido a una lógica económica.

Vivimos un escenario en el que los actores políticos miden sus fuerzas y que puede conducir a una situación de perder-perder en cualquiera de sus desenlaces. Al parecer, el gobierno no tiene en la bolsa a los 57 diputados de la oposición que le faltan y no tiene un panorama halagüeño. Ahora, deberá esperar el resultado, primero, del debate del presupuesto y del parlamento abierto para llevar la iniciativa de reforma constitucional al Pleno de la Cámara de Diputados y ver si logra la votación calificada que se necesita y, después, tomar en cuenta la conclusión del proceso revocatorio-ratificatorio del presidente en marzo del 2022 para presionar en el Senado y obtener la mayoría suficiente.

Del 15 de noviembre al 15 de diciembre se debatirá la contrarreforma. La consulta a las empresas y los expertos se antoja como una farsa mientras se negocia tras bambalinas. ¿El PRI cederá? ¿El Verde apoyará? Poco ha de vivir quien no conozca la respuesta. Lo que debe tener preocupado al líder de la mayoría morenista en la Cámara de Diputados es cumplirle a su jefe, el Presidente de la República, y lo que quita el sueño a los capitales que invirtieron en el mercado energético es si la alianza opositora aguantará las presiones del gobierno. La probabilidad de que el cálculo político falle es alta y con ello el gobierno perdería la apuesta que está haciendo para dividir a la oposición, pero y si no fallara las consecuencias de ganar la votación también es un escenario adverso. ¿Qué conversó el embajador estadounidense, Ken Salazar, en Palacio Nacional? Ninguno de los desenlaces posibles es favorable para la autollamada 4T.

Miembro del Sistema Nacional de Investigadores.
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