Las marchas, la toma de las calles, muestran poder de movilización . El día en que Hitler ocupó París había tantos manifestantes a su favor como cuando los aliados liberaron a la capital francesa. En las sociedades de masas, el individuo deja de importar como tal y sólo existe en atención a que suma grandes conglomerados en torno a ideas sencillas o líderes carismáticos.
La marcha del domingo 27 de noviembre pro AMLO fue una expresión de músculo gubernamental que demostró que cuenta con muchas organizaciones públicas y sociales vinculadas con sus redes asistenciales, que bajo una lógica clientelista, son capaces de tomar el primer cuadro de la ciudad para apoyar a un proyecto político particular, que no necesariamente beneficia a los grandes grupos poblacionales.
Así, mientras las ocho columnas de los periódicos se destinaron a la concentración masiva y a la estrategia que se utilizó para reunir a la muchedumbre, el acarreo al más viejo estilo del partido hegemónico del siglo pasado, según el reconocimiento del presidente, poca atención hubo en la publicación en el Diario Oficial de la Federación del presupuesto de egresos.
En este documento, que distribuye 8.3 billones de pesos, se expresa con claridad quien manda y quien realmente importa al grupo gobernante, su partido y sus aliados. Una revisión del mismo arroja datos preocupantes: la salud, la educación, el medio ambiente, la creación de infraestructura, el fomento de la democracia y la seguridad pública no son temas prioritarios para quienes aprobaron el gasto federal para el año 2023.
Los recursos se concentran en los programas sociales clientelares que impactan en las movilizaciones políticas y las expectativas electorales, pero no combaten en sus raíces a las causas de la pobreza que es la baja productividad de la economía y la baja participación del trabajo FORMAL en el PIB.
El gasto público aumentará en más del 10 %, sin nuevas fuentes de recaudación lo que hace previsible que su financiamiento provenga del ahorro social acumulado en los últimos 30 años, que son las cuentas individuales de los trabajadores del SAR, con dos reformas menores en atención pública, pero con un gran impacto financiero, como lo es la modificación del artículo 93 de la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria y la iniciativa de ley en proceso de aprobación respecto al artículo 10 transitorio de la Ley del ISSSTE.
Hay que señalar que más del 90 % del presupuesto de egresos está comprometido y que el margen de maniobra político del mismo es limitado. El dinero público federal se destina al pago de pensiones y del servicio de la deuda, así como a las participaciones y transferencias a las entidades federativas y los gastos operativos del sector público, especialmente, para cubrir el pago sueldos y prestaciones a los maestros, médicos, enfermeras, soldados, marinos y policías.
Las reducciones del gasto se enfocan en los espacios para el diálogo democrático y el fortalecimiento institucional de las estructuras creadas para limitar el poder presidencial y afectan a los poderes legislativo y judicial y a órganos constitucionales autónomos, especialmente al INE. La democracia sin recursos es una forma de gobierno que queda a merced del autoritarismo de las mayorías y de los gobiernos que pretendan mantenerse en el poder con el uso facciones de los recursos públicos.
¿Quién manda? Aquellos que dispusieron que el recurso de las próximas décadas se destine al pago de pensiones y no al gasto en educación y salud. Los jóvenes no mandan y la infancia no importa. Aquellos que han determinado no destinar recursos a la infraestructura, salvo a las obras emblemáticas del sexenio, con graves consecuencias para la productividad del país. Aquellos que limitaron el presupuesto a los grupos más desprotegidos como son mujeres que sufren violencia, personas con discapacidad, madres trabajadoras que requieren guarderías y un largo etcétera de recortes de gastos sociales para ocuparlos en las políticas clientelares electoreras.
Si el pueblo mandara, es decir, si las mayorías marginadas del bienestar social fueran la prioridad del gobierno de la autollamada 4T los resultados de su acción serían diferentes. Hoy hay más pobres y más población sin acceso a la salud, que hace 4 años, la carga de las pensiones en el presupuesto se ha incrementado en más de 8 puntos porcentuales y el gasto en inversión pública mantiene la tendencia a la baja.
¿Quién manda? Quien recibe más recursos públicos y los ganadores son las estructuras clientelares y los empresarios vinculados con la construcción de las obras emblemáticas del sexenio que estuvieron puntuales y en primera fila para felicitar al presidente cerca del templete desde el que dirigió el mensaje político después de la multitudinaria marcha en apoyo a la forma en que está utilizando el dinero público. No extraña que los beneficiarios del presupuesto público estuvieran ahí.
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