La moral del molusco rige el comportamiento de nuestra clase política. El senador de primera minoría es la expresión de la oposición a la mayoría política en una entidad federativa y tiene como finalidad garantizar la pluralidad política en circunstancias de concentración del poder en un grupo o partido. Esta figura constitucional pretende mantener un equilibrio entre las fuerzas políticas en beneficio de las libertades colectivas e individuales. Sin embargo, la primera semana de la LXV legislatura, dos senadores de minoría dejaron sin representación a la oposición en los estados de Michoacán y Tabasco y sin importar sus compromisos de campaña y traicionando a sus electores se unieron a la bancada oficialista, que fue su adversaria durante las elecciones. No puede haber una deslealtad más clara. El pago por su comportamiento pasa a un segundo plano. Lo relevante es que quienes les concedieron su voto quedan “huérfanos” políticamente.

La oposición disminuida por las dos defecciones, PRI, PAN y MC, así como diversos organismos de la sociedad civil y los integrantes del Poder Judicial Federal apuntalaron sus esperanzas para evitar que la reforma judicial fuera aprobada, en la unidad de las bancadas y el compromiso público de los senadores para asistir a la sesión en que se debatiría el proyecto y se sometería a la aprobación y para votar en contra de un plan C, cuyo eje es la demolición de la independencia judicial. El Senador Yunes Márquez se comprometió públicamente a asistir y votar en contra, pero un día antes del inicio del debate se desaparece.

Al inicio de la sesión del martes 10 de septiembre, nadie sabe de él, demostrando que su palabra es tan falsa como una moneda de dos pesos y que su honorabilidad es de oropel. Los manifestantes en contra de la reforma lo convocan a cumplir con cacerolazos, puesto que al oficialismo le sirve tanto su voto a favor de la reforma como su ausencia. Cualquiera de las dos vías le da la mayoría calificada de las dos terceras partes del Senado para aprobar las modificaciones constitucionales propuestas. Esta votación es esencial para que el gobierno entrante demuestre que tiene la fuerza para someter a cualquier opositor y que la aplanadora legislativa hegemónica puede desaparecer organismos constitucionales autónomos y dar marcha atrás a la reforma energética y regresarnos al texto original de la Constitución de 1917.

Yunes Linares, padre y suplente de Yunes Márquez, es quien orquestó la estrategia para que, el primero de diciembre de 2006, el presidente electo Calderón apareciera por detrás de la tribuna de San Lázaro, utilizando el salón banderas, para tomar posesión del cargo en medio de la trifulca organizada por los seguidores del entonces perredista López Obrador, quienes denunciaban un supuesto fraude electoral y pretendían evitar la toma de protesta constitucional. El premio al entonces priista operador de Elba Esther Gordillo fue la dirección del ISSSTE, en donde impulsó la reforma de las afores para los trabajadores al servicio del Estado.

Hoy los senadores panistas, Yunes Márquez, propietario, y Yunes Linares, suplente, juegan el papel de ser los facilitadores de la consolidación del poder presidencial, pero ahora apoyan al otro bando, sin ningún remordimiento. La moneda de cambio será la tolerancia de los gobiernos federal y veracruzano a la familia Yunes, quienes continuarán imponiendo sus reales en el Puerto de Veracruz, que gobierna la esposa y nuera de los senadores, respectivamente, y aumentando su influencia política con el fortalecimiento de su fama de intocables.

Los desaparecidos son recurrentes en la política mexicana y es una forma cobarde de ocultar la doblez. La moral de molusco acomodaticia les permite hacerlo sin costo político. Tres o seis años, los que deberán transcurrir para la próxima elección, son suficientes para que el electorado olvide y vuelva a votar por ellos. No hay castigo si el partido correcto los postula nuevamente. Aquí surge la pregunta: ¿En qué estaba pensado la dirigencia panista cuando postuló la fórmula de los Yunes al Senado? ¿Qué obtuvo Marko Cortés por su apoyo? ¿financiamiento? ¿estructura territorial? También, hay que recordar que Yunes Zorrilla fue el candidato de la coalición opositora y que había elementos judiciales contra varios miembros de la familia Yunes por enriquecimiento ilícito y otras conductas cuestionables para presionar políticamente a estos personajes.

Los rumores publicados en prensa dicen que el hoy desaparecido, antes de que su ausencia se hiciera evidente, pasó por las oficinas de los órganos de inteligencia del gobierno para revisar su expediente y el de sus allegados y la información contenida en ellos, fue suficiente para doblar su firmeza en contra de la reforma judicial. Nada está confirmado, sólo es chisme, y será difícil conocer la verdad. Bienvenido de regreso el México autoritario de partido hegemónico y a los apoyos caciquiles regionales que provienen de la impunidad.


Profesor de la Universidad Panamericana

Twitter @cmatutegonzalez

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