Para el presidente López Obrador la clase media son “los que quieren ser como los de arriba y encaramarse lo más que se pueda, sin escrúpulos morales de ninguna índole; son partidarios de que ‘el que no transa, no avanza’. Es increíble cómo apoyan a gobiernos corruptos, increíble”.
Según Luis de la Calle y Luis Rubio, el concepto de clase media “es elástico porque incluye a personas con ingresos muy distintos. El término comprende profesionales, comerciantes, burócratas, empleados, académicos, todos los cuales tienen un ingreso suficiente para vivir”.
El INEGI reconoce que el concepto de clase media es sociológico y no puede medirse exclusivamente desde el punto de vista económico. En un estudio realizado con datos del censo del 2010, determina que 12.3 millones de hogares y 44 millones de personas constituyen la clase media en el país, siendo que tres cuartas partes de ambas magnitudes se ubican en el ámbito urbano. Casi la mitad de los hogares urbanos son clase media.
En términos políticos, la clase media es el sustrato de la democracia representativa que defiende el voto universal y secreto. Este grupo poblacional considera que el mérito y el esfuerzo individuales son (deben ser) la causa del bienestar y la tranquilidad económicos y que son la fuente legítima del reconocimiento social. Su ethos colectivo es la búsqueda permanente de la mejora de sus condiciones de vida en términos generacionales, por lo que, tanto la familia como la comunidad son valores que aprecian.
En términos económicos, la clase media defiende la propiedad -no la acumulación excesiva de ésta- y el libre mercado en el que haya una competencia real. No defiende los monopolios, ni los oligopolios de ninguna naturaleza. Para la clase media es tan mala la concentración económica estatal como la privada y los sindicatos son un freno a los abusos de las grandes organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, pero no la vía única para superar la desigualdad social.
En términos culturales, la clase media está influenciada por el modo de vida de las sociedades occidentales. Por tanto, algunas mediciones para definir a este estrato social consideran el uso de las tecnologías de la información, el grado de bancarización, el acceso a electrodomésticos, las vacaciones familiares y una serie de elementos relacionados con patrones de consumo.
En síntesis, ser parte de la clase media es el ideal de las personas en las sociedades del siglo XXI que buscan la libertad e igualdad de oportunidades para que el esfuerzo individual sea el que establezca las diferencias sociales y económicas. La clase media es emprendedora, no empresaria.
La descalificación de la clase media del presidente es producto de su miopía política, su añoranza por un pasado autoritario y la incomprensión de su familia. No quiere o no se ha dado cuenta que sus hijos son el típico ejemplo de la clase media mexicana alta -fifí y consumista- que en la medida de sus posibilidades van a esquiar en invierno a un “resort” norteamericano (El Universal, 01-04-21).
Gonzalo, Andrés y José Manuel López Beltrán ya abrieron su fábrica de chocolates (Expansión política, 23-04-19) en una franca actitud aspiracional clase mediera y están muy lejos de ser clase baja. Por lo tanto, el presidente lo que no quiere ver, en su caso lo tiene con tres vástagos clasemedieros y, por lo tanto, son maleables y presa fácil de los conservadores que le arrebataron a Morena el control político de la mayoría de las alcaldías de la Ciudad de México.
También, el presidente acuerda todos los días con colaboradores que son parte de la clase media. Tal vez la mayoría de los secretarios lo sean y un buen ejercicio periodístico sería preguntarle a cada uno en que clase se ubican. Un ejemplo del ascenso social es la titular de la Secretaría de la Función Pública que se encaramó en la cúspide del poder pasando de la casa paterna en una colonia popular a una residencia en la zona histórica de Coyoacán y una casa de fin de semana en Tepoztlán. ¿Ella y su marido ya serán clase alta?
La clase media creció cuatro puntos porcentuales en la primera década de este siglo y uno de los objetivos de un auténtico desarrollo incluyente es que la mayoría de la población acceda a las condiciones de bienestar de está. Acusar a la clase media de los males del país es separar a la sociedad en dos bandos irreconciliables, clase alta y baja, o pensar que México debe ser un país de clase trabajadora con la visión del socialismo estalinista, maoísta o cubano, lo que sería un franco retroceso político y social.
Socio director de Sideris, Consultoría Legal
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