El Presidente López Obrador, en consonancia con otras voces ha advertido sobre la nueva normalidad que está surgiendo con la pandemia del COVID 19, la recesión económica y el creciente desempleo. El momento que vivimos, no sin razón, es equiparado por algunos con el final de la Segunda Guerra Mundial, en el que la devastación de Europa produjo un orden internacional sin precedentes en la historia de la humanidad.

El desarrollo económico, científico, tecnológico y cultural fue exponencial en la segunda mitad del siglo XX y comienzos del XXI. La población del orbe creció más de cuatro veces y hoy somos alrededor de 8 mil millones de personas en un espacio globalizado e hiper comunicado. El estilo de vida entre las generaciones que compartimos hoy el espacio y el tiempo es radicalmente distinto.

La categorización más extendida está vinculada con la relación con las tecnologías de información y comunicación y hábitos de uso de redes y compra. Hay 6 generaciones conviviendo: constructores, baby boomers, la X, la Y (Millenians), la Z y la Alfa.

La extensión de la pandemia y la reacción a la misma no se explica en un mundo cerrado con fronteras nacionales estrictas, baja migración y poca movilidad humana. El comercio extendido, el aumento de la actividad turística y la expansión del llamado capitalismo tecnológico científico y un sinfín de fenómenos relativamente recientes son los que explican el advenimiento de la nueva normalidad.

Lo que viene ¿es realmente novedoso? o es una toma de conciencia de lo que ha estado sucediendo. El resquebrajamiento de los comportamientos tradicionales en la escuela, la oficina, la fábrica, los espacios públicos, el transporte, la medicina, la comunicación humana, la empresa, la contienda política, la difusión de la cultura, los procesos de creatividad, producción y comercialización de bienes y servicios y un largo etcétera.

Realmente ¿el trabajo y la educación a distancia son situaciones inéditas? ¿La comercialización y el proselitismo político efectivo se llevan a cabo con el contacto físico directo? Los espacios colectivos se virtualizan y hay un cambio de las “industrias” de mayor productividad que son las relacionadas con los servicios y la informática.

Sin embargo, el gran lastre de las sociedades contemporáneas es la desigualdad social y México no sólo no es la excepción y como el resto de Latinoamérica. En nuestra región, hay una pobreza extrema estructural que afecta más a las personas adultas, mujeres, niños, discapacitados y grupos indígenas con altas tasas de violencia intra y extra familiar. Las proyecciones del CONEVAL publicadas esta semana advierte de un retroceso significativo en el combate a la superación de la pobreza.

La nueva normalidad es la evidencia de lo que ya existía y no queríamos aceptar como sociedad e individuos. La paz y armonía sociales se ponen en grave riesgo cuando la mayoría de la población se siente excluida de la prosperidad del mundo globalizado. Las tensiones ya existían, no surgieron espontáneamente hace dos años con las elecciones del 2018, ni las ha creado el gobierno actual. El discurso mañanero las exacerba, que no ayuda a convocar a la unidad, pero no es culpable del descontento popular con la clase política y empresarial que cada día se incrementa más, ahora contra los personajes vinculados con Morena.

La secuela de la pandemia es la llamada nueva normalidad que no es producto de la generación espontánea. El declive de los precios del petróleo era esperable y deseable en la medida que hay fuentes de energía alternativa, el trabajo y la escuela a distancia es una forma de multiplicar exponencialmente la oferta y hacer efectiva la igualdad de oportunidades en extensos grupos de población dispersos geográficamente y de reducir los costos de producción y acceso, la adopción de protocolos médicos y de seguridad para prevenir enfermedades y riesgos de todo tipo, entre otros.

¿La clase política y empresarial del mundo ya lo entendió? o ¿continúan procesando sus rencillas y cuentas pendientes como si éste conflicto interno fuera lo sustancial en el proceso electoral? Las redes sociales, que es un espacio no controlado por el poder, se empiezan a convertir en campo de batalla de propaganda política y publicidad comercial, y se desplaza como medio para aumentar la accesibilidad a los bienes y servicios.

La nueva normalidad es un reto para las organizaciones. El abandono de esquemas tradicionales de relacionarnos se veía como imposible por una oposición intuitiva a todo cambio. Ahora es se presenta como algo impuesto por una crisis. La primer tarea será la recuperación de empleos en condiciones de mayor productividad y beneficio a la mayoría. La segunda el regreso a las aulas que ya quedó marcado por el “experimento” que mucho de los procesos pueden virtualizarse y ser más efectivos. Vale.

Secretario del INAP
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