Desde la semana pasada empezó el escándalo de la tercera entrega del dictamen del peritaje sobre la tragedia de la Linea 12 ocurrida el 3 de mayo de 2021, que en un principio la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum , pretendió ocultar hasta que la publicación del contenido del mismo en El País, la “convenció” de que era inaplazable su difusión.

Inmediatamente, los rudos (encabezados por Martí Batres , secretario de Gobierno de la CDMX) y los técnicos (en voz del secretario de obras y la responsable de protección civil) salieron a descalificar el estudio por razones políticas e ingenieriles, con el propósito de evitar que se extendiera en la opinión pública que una de las causas raíz del accidente que dejó 26 muertes eran las fallas en el mantenimiento.

El equipo técnico de Sheinbaum acusó a los autores del informe de no utilizar todas las metodologías existentes para explicar la caída de la sección del puente y, por lo tanto, la autoridad que lo mandó elaborar se niega a aceptarlo formalmente y reclama a la consultora internacional que no dio respuesta a las observaciones que hicieron los servidores públicos de la Ciudad de México. Asimismo, destacan inconsistencias respecto al manual de mantenimiento que establece visitas a pie de calle desde las que son insuficientes para detectar un error de diseño.

Martí Batres, en varias entrevistas radiofónicas, hace énfasis en que una falla en el mantenimiento en una infraestructura no puede ser la causa del derrumbe de la misma y pone como ejemplo que la falta de pintura en una casa no puede ser el origen de que ésta, eventualmente, se caiga por un defecto en la construcción y la supervisión de la obra.

Estamos presenciando la batalla por conquistar la opinión pública favorable. Por un lado, la empresa DNV apela a su prestigio internacional y su experiencia centenaria como consultora especializada en gestión de riesgos en todo el mundo, que exige el pago del servicio prestado con base en que entregó en tiempo y forma la fase III del estudio desde hace más de dos meses. Por el otro, el gobierno de la Ciudad de México pretende que ninguna culpa de la tragedia recaiga en la gestión actual y empañe la precandidatura de la jefa de gobierno.

El lenguaje técnico-ingenieril que se utilizará en el debate será incomprensible para la mayoría de las personas y serán más efectivas las frases propagandísticas y las metáforas. En pocas palabras, es un terreno favorable para los políticos quienes se preocuparán por lograr generar credibilidad en el ciudadano. Los argumentos que se expresarán en los procedimientos jurisdiccionales serán motivo de debate y el resultado se utilizará para atacar a todos los que busquen sustituir en la presidencia a López Obrador .

En este sentido, el debate se plantea con dos frentes:

el interno en el que Sheinbaum y Ebrard serán los protagonistas. La primera pretenderá que toda la responsabilidad se atribuya a quien diseñó y construyó la Línea 12 bajo el mando del segundo y librar a su administración de toda culpa. Ebrard va a buscar alejarse lo más posible del tema ya que el estudio en sus fases I, II y III señala que la tragedia proviene de errores cometidos durante su gobierno.

el externo en el que los dos precandidatos de Morena a la cabeza de la competencia por la sucesión presidencial pretenderán apagar el tema en la opinión pública antes del inicio del proceso formal de selección del candidato/candidata contra una oposición que buscará que la tragedia de la Línea 12 sea un tema de campaña.

En este escenario, Sheinbaum aparentemente tiene ventaja sobre Ebrard quien no controla la información, ni puede hacer reclamos a DNV sobre el contenido del dictamen y ella si puede cuestionar el mismo a través de las observaciones que ha formulado como “cliente”.

Sin embargo, la gran debilidad de la jefa de Gobierno es que sus defensores técnicos están descalificados para entrar al debate por ser ellos los responsables del mantenimiento, junto con la exdirectora del Metro, que no se llevó a cabo en la dimensión necesaria para evitar la tragedia y debieran retirarse del cargo para ser investigados o por lo menos no intervenir directamente en este proceso.

La otra flaqueza de Sheinbaum es la línea de argumentación falaz de los rudos, en la que reducen el mantenimiento al menor -pintura o enyesado de una pared- y soslayan que toda infraestructura exige en vistas a la seguridad de los usuarios un programa de mantenimiento mayor basado en vistas más efectivas que aquellas limitadas a la vista a pie de calle. Hay una defensa de lo indefendible.

La oposición esperará el momento oportuno posterior al resultado de la batalla interna para utilizar la Línea 12, la tragedia y la suspensión indefinida del servicio, como arma en la campaña electoral del 24. En este debate los ausentes son las víctimas. Vale.

Investigador del Instituto Mexicano de Estudios Estratégicos de Seguridad y Defensa Nacionales 
cmatutegonzalez@gmail.com 
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www.carlosmatute.com.mx 


 

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