Todo lo detonó un acto oportunista que paga el presupuesto. Según el PAN, en específico la Senadora Rabadán, en una conferencia de prensa previa y durante la Sesión de la Comisión Permanente del Congreso del 18 de mayo, “cada doctor procedente de Cuba… costó a los mexicanos 140 mil pesos… este gobierno de López Obrador ha pagado 255 millones 875 mil pesos” para el financiamiento del apoyo de los médicos cubanos para combatir el Covid-19 ( www.pan.senado.gob.mx/2022/05/conferencia-de-prensa ). La renovación de esta estrategia de atencion a la salud la anunció el presidente López Obrador durante su visita al régimen dictatorial de la isla.
El Financiero (23-05-22) entrevistó al Presidente de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, Emmanuel Reyes Carmona, quien “en cuanto al supuesto sueldo de 140 mil pesos para cada especialista proveniente de aquel país dijo que se trataba de una mala información, porque no hay nada concreto, no hay nada todavía oficial sobre eso”.
La acusación se basa en un análisis del presupuesto. No hay información oficial precisa sobre el particular. No se sabe cuanto cuesta mensualmente cada doctor, cuanto cobra y cuanto retiene el gobierno cubano por la intermediación. La respuesta del aliado del gobierno es vaga. No tiene información oficial. Este debate con base en elucubraciones es producto de la opacidad que cubre a este tema.
Lo que si es transparente es que el interno de pregrado en México gana alrededor de 1,900 pesos y el médico que presta el servicio social con 60 horas de trabajo a la semana recibe aproximadamente 3,500 pesos mensuales. Para cubrir sus necesidades básicas de comida, vivienda y transporte en las zonas marginadas donde laboran reciben apoyo de su familia. Luego la vida del residente, el posgrado médico, no es más holgado económicamente.
El anunció “queda bien” con el gobierno cubano del presidente López Obrador fue un auténtico tiro por la culata. En Palacio Nacional no calcularon la reacción e imaginaron que sería con bajo impacto en la opinión pública, tal y como sucedió con el mismo tipo de contratación para la pandemia y la primer respuesta en la mañanera fue francamente ofensiva al gremio de profesionistas que es el único que hace un servicio social que les impide un trabajo paralelo para allegarse recursos económicos ante lo raquítico del apoyo económico que reciben.
La acusación a los médicos de que no están comprometidos con el país y a los miembros de la Facultad de Medicina de la UNAM de que no fueron solidarios en la pandemia caló hondo y se manifestó con una indignación justificada.
La reacción del gobierno, ante los reclamos de los trabajadores de la salud que se multiplicaron por los bajos sueldos, la contratación temporal y la carencia de insumos y de condiciones adecuadas de trabajo como la inseguridad y la falta de apoyo institucional fue ofrecer 13,765 puestos para médicos especialistas a lo largo del país.
¡Qué bueno que lo hicieron!, pero esto no resuelve los problemas de atención médica que son mucho más complejos y si abre muchos cuestionamientos sobre la procedencia de las plazas, las razones por las que no se han ocupado, el manejo de las mismas por la burocracia, la existencia de intereses sindicales y un largo etcétera.
Lo cierto es que, hoy sabemos, que ha habido plazas disponibles para médicos especialistas, lo que necesariamente se traduce en un subejercicio presupuestal, y en contraste, la realidad de los últimos tres años ha sido un constante agravamiento por falta de recursos disponibles. Desde que se sustituyó el seguro popular por el INSABI se dejó a 15.6 millones personas sin servicios de salud y el gasto de las familias en salud se incrementó fuertemente en un 40.5% y durante la pandemia se contrató personal médico en plazas temporales y, en el peor de los casos, con contratos de honorarios.
El asunto de los doctores cubanos abrió un debate acallado durante la emergencia sanitaria, pero que ha estado latente porque hay una realidad en la cuestión médica relacionada con la falta de incentivos institucionales a la profesión, la mala estructura salarial, los planes de estudio y las condiciones laborales que debe mejorarse. Hay una estadística que no conocemos: ¿Cuántos médicos formados en nuestras escuelas y hospitales migran buscando una mejor vida más digna y con un ingreso adecuado a las responsabilidades que asumen?
La reflexión debe ser más profunda y no puede matarse con una convocatoria abierta para contratar médicos especialistas. Esta convocatoria, seguramente, sólo servirá para justificar la ayuda de doctores contratados, pagados y enviados por el gobierno de Cuba a nuestro país con un previsible bajo impacto en la salud de la población marginada que lo que requiere no son sólo más médicos sino políticas públicas integrales.
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