El pasado 09 de junio participé en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM en el Seminario “El Derecho Administrativo en la Cuarta Revolución Industrial” en el que hice énfasis en que el big data, como tecnología al servicio de las personas, debe distinguirse de la acumulación de datos en las redes abiertas o en las institucionales. Hay una confusión muy extendida que se equipara a la minería de datos con el big data.

En el libro de “Apuntes sobre las políticas y legislaciones en informática a la luz del Derecho Administrativo Mexicano” de Guy Mazet, publicado por Tirant lo Blanch, que tuve la oportunidad de recopilar, el autor parte de la premisa que el big data se define por dos elementos: su tamaño y la calidad de los datos abiertos. No toda acumulación de información, uso o extracción de la misma es big data.

El profesor vasco Lander Jauregi-Maza define al big data de la manera siguiente: “Se conoce con este anglicismo al conjunto de datos cuyo tamaño llega a superar la capacidad de almacenamiento, búsqueda, gestión, análisis, captura o, incluso, la protección legal de las herramientas convencionales de gestión de cualquier tipo de archivo, por lo que sus características definitorias son el volumen, variedad, velocidad, visualización, variabilidad, valor y veracidad (las 7 uves)”.

El big data, insisto, no es una mera acumulación de información en un receptáculo compartido, como sucede con gob.mx que es una plataforma que en forma muy limitada pretende promover la innovación en el gobierno, impulsar la eficiencia, y transformar los procesos para proveer de información, trámites y la participación a la población mediante la captura constante de información en una plataforma interconectada a la que acceden y capturan información los órganos administrativos subordinados al Ejecutivo Federal.

La estrategia de gob.mx todavía es a todas luces insuficiente y evidente a quien la consulta. Gob.mx es un ejemplo de la interconexión que desarrolla escasamente la interoperabilidad y que ha sido paulatinamente abandonada en los últimos tres años en perjuicio de la transparencia y la disponibilidad de información con veracidad y valor para los ciudadanos.

En contraste, las plataformas digitales del Sistema Nacional de Transparencia y el Sistema Nacional Anticorrupción, por mandato de ley y las políticas públicas que han desarrollado y aplicado, han avanzado significativamente en la interoperabilidad entre todas las entidades públicas en los tres niveles de gobierno para potencializar la rendición de cuentas y la prevención de la corrupción, es decir, en la consolidación de una estrategia de big data en materias de combate a la corrupción, contratación pública, sanciones a los servidores públicos, entre otras.

Mayer-Schönberger y Cukier sostienen que el big data es la «revolución de los datos masivos» y la premisa fundamental de esta afirmación es que en la era del conocimiento y ahora en la llamada era exponencial a que se refiere Oscar Ozlak los datos son el recurso más importante en una organización y la disposición de los mismos en forma oportuna y veraz es esencial en el ejercicio de los derechos de las personas. El big data necesariamente conduce a la participación ciudadana y la acumulación de datos en gobierno autoritarios va en sentido contrario a esta estrategia en razón a que deja una parte muy amplia de información pública y agentes que la generan fuera de la interconexión y la interoperabilidad.

Los datos han sido, son y serán el recurso más importante de una organización, ya sea privada, gubernamental o de cualquier sector. En este sentido, la interoperabilidad permanente entre las entidades públicas, los particulares que gestionan lo público y los usuarios de servicios públicos, gobernados, los justiciables y los ciudadanos en su conjunto es la base para consolidación de una estrategia de big data pública como parte de la cuarta revolución industrial.

La tendencia a mejorar el manejo de la información disponible está adquiriendo mucho peso en el sector público de una manera muy acelerada. El big data tiene un peso significativo en diferentes países. En México, un ejemplo de este movimiento hacia el aprovechamiento intensivo de los datos, son las plataformas digitales nacionales mencionadas que llevan a cabo una programación eficiente para almacenar, ordenar, sintetizar y distribuir adecuadamente el gran cúmulo de información un funcionamiento sencillo (amigable) para que el operador no requiera conocimientos técnicos especializados y un interfaz accesible para que cualquier usuario potencial de la información o ciudadano puedan consultar la información pública de las bases de datos de forma veloz y veras.

El big data está vinculado necesariamente con los datos abiertos, que conforme a la Ley General de Transparencia y Acceso a la Información Pública, son aquellos “digitales de carácter público que son accesibles en línea que pueden ser usados, reutilizados y redistribuidos por cualquier interesado”.

La gestión pública en la cuarta revolución industrial sólo se puede entender en un ambiente democrático y transparente con base en estrategias de big data y datos abiertos con una intensa participación ciudadana.

para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, planes para el fin de semana, Qatar 2022 y muchas opciones más.

Investigador del Instituto Mexicano de Estudios
Estratégicos de Seguridad y Defensa Nacionales
cmatutegonzalez@gmail.com
Facebook.com/cmatutegonzalez
Twitter @cmatutegonzalez
www.carlosmatute.com.mx

Google News

TEMAS RELACIONADOS