Pasadas las elecciones haré un balance. El pasado 28 de mayo, en El Universal, apuntaba sobre la polarización del ambiente social y político que iba ser una causa de que hubiera mucha concurrencia a las urnas, lo que no es normal en una elección intermedia, y con base en las encuestas planteaba las circunstancias en las que los diversos participantes en la competencia electoral serían ganadores o perdedores. Haré una revisión con las cifras del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), que son previas a la expedición de las constancias de mayoría y las posibles impugnaciones.

La participación ciudadana fue amplia. Más del 52% del padrón electoral. Gana la democracia y la gobernabilidad en el país.

No hubo conflicto electoral generalizado a pesar de lo cerrado de la contienda en algunas entidades. Gana la ciudadanía y el Instituto Nacional Electoral (INE).

No hubo actos de violencia significativos a nivel regional o municipal que afectaran en forma generalizada la elección. Gana la ciudadanía, los gobiernos y las instancias de seguridad pública federal, locales y municipales.

La mayoría legislativa a favor del Presidente López Obrador se pronosticó. La duda era el tipo. Menos o más del 50 % (absoluta) o entre más del 50% y el 66% (calificada). El Ejecutivo gana porque obtiene la mayoría suficiente para hacer reformas legislativas sin necesidad de buscar un acuerdo con la oposición, con un PRI derrotado que tendrá pugnas internas que le permitirán la cooptación de parte de sus legisladores. Ya lanzó el anzuelo a quienes se quieran desmarcar de “Alito”.

El PAN gana porque se proyecta como la primera minoría hacia las elecciones del 2024, pero pierde Baja California Sur y San Luis Potosí. Buen desempeño nacional y bajo regional, salvo en el Bajío.

El PRI pierde. No conserva ninguna gobernatura en disputa y en Campeche Morena gana apretadamente lo que augura impugnación de la elección ante el Tribunal.

MC pierde en el ámbito nacional y queda como sexta fuerza política en la Cámara, con un papel muy disminuido si se compara con el PVEM. No le funcionó la estrategia de no competir en Alianza. En Nuevo León gana Samuel García y Colosio junior, no el partido. Lo único que gana es que es una fuerza política identifica como una opción entre dos alianzas.

El PVEM gana por su alianza y se convierte en el partido “bisagra” con una votación directa inferior a MC. Su voto será muy cotizado en la segunda parte del sexenio, pero electoralmente perdió peso. Obtiene la gobernatura en San Luis Potosí, pero todavía hay disputa -patadas de ahogado- y se procederá a la apertura para su conteo de más del 70% de los paquetes.

Ningún partido nuevo logró pasar la rayita del 3% y pierden el registro. El más cercano es Encuentro Solidario que dará la batalla en el Tribunal.

El PRD desapareció del escenario nacional, menos del 1% en la votación directa como partido, y rescató el registro con la Alianza Va por México, pero su espacio político ahora lo ocupa a la izquierda Morena y al centro el PRI y el MC.

Morena pierde. Su bancada no representará más del 50% y tendrán medio centenar menos de diputados. Tendrá que ceder espacio político a sus aliados, especialmente, al PVEM, que puede cobrar cara la alianza.

El PT pierde. Es desplazado por el PVEM, aunque conserve casi el mismo número de curules. No gana ningún distrito de mayoría.

La Alianza Va por México pierde. No logró más del 50% de la Cámara de Diputados para obligar al gobierno a consensar su proyecto de transformación por la vía legislativa.

En la batalla por la sucesión morenista, gana Ebrard, ya que su protegido Mario Delgado logró 11 de las 15 gobernaturas en disputa y Monreal, con el triunfo de su hermano en Zacatecas. Sheinbaum pierde por la debacle electoral de Morena en la Ciudad de Mexico. Noroña del PT, con su amplio triunfo en Iztapalapa en alianza, gana presencia en la Cámara de Diputados y una plataforma para sus ambiciones personales.

Lo más trascendente es que los promotores de la violencia perdieron.

Lo que queda pendiente es conocer el resultado de las más de 30 mil impugnaciones que el TEPJF espera que se presenten con el deseo que ninguna de ellas culmine con la anulación de alguna de las elecciones para gobernador.

El 6 de junio ganó el pluralismo político y el mensaje que la ciudadanía decide en las urnas. La institucionalidad es suficientemente fuerte para cambiar el rumbo del país. Hoy los mexicanos decidimos limitar un poco el poder del presidente, pero no lo suficiente para que su proyecto legislativo deba negociarse con la oposición.

Este escenario es el arrancadero de la sucesión presidencial.

Socio director de Sideris, Consultoría Legal.
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