Estamos a punto de terminar el año 2021 y el panorama es brumoso. La inflación es creciente, el empleo no se recupera, las pequeñas y medianas empresas son menos que las que existían antes de la pandemia y la confianza de los inversionistas sigue a la baja.

El discurso oficial pinta una realidad económica distinta a la que arrojan las cifras. Los otros datos del presidente lo hacen popular en sus mañaneras, pero los bolsillos resienten la ausencia de una política económica que apoye a las PyMES . En este año, los retiros por desempleo de la cuenta individual superaron las cifras del 2020. Este es un síntoma de que en cientos de miles de hogares la situación es angustiante.

Mientras la clase media sufre la peor de las crisis de las últimas dos décadas, la pobreza aumenta dramáticamente y el acceso a los servicios de salud y educación se reduce a los grupos marginados y paradójicamente la popularidad del presidente se mantiene. El fenómeno de un mal gobierno y un gobernante con alta credibilidad se explica por el pasado inmediato de corrupción y superficialidad, pero el supuesto remedio populista puede hundir al país en un marasmo similar al padecido en la década de los ochenta.

El inversionista retira el capital de trabajo en espera de mayor certidumbre y el talento humano se desaprovecha, se regatea y migra, pero el oficialismo le apuesta a un inconsciente colectivo nacionalista y centenariamente agraviado. El uso de alegorías relacionadas con un pasado indígena diluido en el mestizaje recupera la visión del vencido para alimentar el clasismo y profundizar el conflicto social como una forma de movilización política permanente que distraiga de las crecientes dificultades económicas.

Un año de promesas incumplidas e informes triunfalistas que presagian más de lo mismo para intentar llegar a las elecciones del 2024 con un candidato/a que garantice la continuidad del proyecto y la impunidad de los excesos que se han cometido en los primeros tres años de la autollamada 4T . La liberación del hijo del Chapo y el manejo equivocado de la pandemia son algunos de los errores del sexenio que serán denunciados y, en caso de que no haya afinidad con la actual administración federal, perseguidos hasta "sus" últimas consecuencias.

2021 concluye con un conflicto creado desde el poder. La obsesión por la ratificación del mandato disfrazada de revocación está dinamitando los últimos puentes de entendimiento entre los grupos políticos. El árbitro confiable es llevado a la picota para desprestigiar las elecciones futuras y preparar el camino para la legitimación del argumento de fraude en las urnas.

Nada que festejar. Un año perdido para un auténtico renacimiento de la esperanza. La desilusión en que se convertirá el cambio del 2018 será un fardo que lastimará la vida colectiva del próximo lustro. La credulidad actual se transformará en una mayor desconfianza hacia las instituciones. Un gobierno que no gobierna y se concentra en la organización de actos de veneración al líder es el preámbulo de una nueva tragedia nacional.

Este panorama desolador, afortunadamente, no inhibe la alegría y solidaridad y hoy es un momento propicio para desear que el espíritu de la navidad impere en nuestros corazones y nos anime para superar las adversidades. Un fuerte abrazo les doy a mis lectores y amigos y pido para ellos lo mejor.

Una oportunidad a la reflexión y tolerancia es lo que ofrecen estos días. Aprovechémoslos y que el año perdido no se convierta en una década.

Investigador del Instituto Mexicano de Estudios
Estratégicos de Seguridad y Defensa Nacionales
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