La Encuesta origen-destino en hogares de la zona metropolitana del Valle de México (ZMVM) levantada en 2017 por el INEGI arrojó, entre otros resultados, el siguiente:

“De los 15.57 millones de viajes en transporte público en la ZMVM, en prácticamente 3 de cada 4 se usa el servicio colectivo (microbús o Combi). En la CDMX, el Metro ocupa el segundo lugar en frecuencia de uso mientras que, en los municipios conurbados se utiliza un colectivo en 4 de cada 5 viajes en transporte público” (boletín INEGI, 19-02-18).

Estos datos no incluyen el efecto de la pandemia, ni las acciones positivas y negativas del gobierno de la Ciudad de México (2018-2024) como las ampliaciones a las líneas 3, 4 y 5 de Metrobús, la construcción de las líneas 1 y 2 de Cablebús, tampoco la suspensión del servicio de la Línea 12 del metro por el trágico accidente del 3 de mayo del 2021.

La única acción reportada hasta 2021 por la Secretaría de Movilidad respecto al transporte público concesionado (taxis y microbuses) son las acciones para la incorporación a cerca de 1,500 trabajadores del volante como independientes al régimen voluntario del IMSS. Además, en enero de 2022 se integró a las rutas 28 y 17 del corredor Legaria a la tarjeta de movilidad integrada, en un acto en el que la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum declaró que el 75% de viajes lo realiza este tipo de transporte.

La movilidad en la Ciudad de México sigue siendo un caos. En 2019 había 18 mil transportistas con 200,000 mil vehículos como micros, buses, combis, vagonetas y taxis colectivos. Estas cifras no incluyen a las unidades que trabajan con plataformas informáticas.

El transporte concesionado es muy importante y enlaza barrios y colonias con las vías primarias y los servicios de transporte masivo operado por una red (pulpo) intrincada de líderes con intereses políticos, económicos y sociales, que suelen ser apoyo a los gobiernos y candidatos en los periodos electorales que luego cobran en prebendas y tratos especiales.

Tiene una estructura anárquica basada más en la oportunidad de negocio que en la eficiencia del servicio. Los conductores deben entregar una cuenta diaria, lo que es su principal prioridad, por lo tanto, la “caza” del pasaje es una realidad cotidiana en la que los tiempos del traslado dependen del operador quien acelera cuando va lleno desacelera si va vacío y baja y sube pasaje en el lugar que el usuario lo exige sin tomar en consideración el espacio designado para ello.

Todos los gobiernos de los últimos 50 años han implementado periódicamente programas de mejoramiento de su funcionamiento, como las tarjetas de movilidad integrada, o la integración de los operadores de microbuses a las rutas del Metrobús con mejora de sus condiciones laborales y capacitación permanente, pero la realidad es que la calidad no mejora sustancialmente, ni se abaten los tiempos de traslado en los viajes en la ZMVM.

El número de ramales troncales locales y metropolitanas, cercanas a mil, que intercomunican los corredores de transporte, la diversidad de la orografía, el desarrollo urbano y las condiciones económicas de las colonias y barrios en las que se presta el servicio, así como la supervisión insuficientes y las precarias estructuras financieras del servicio concesionada provoca que los costos, los subsidios y procesos de sustitución del parque vehicular con base en transferencias presupuestales dependa de la relación política de los líderes de las redes con el gobierno en turno.

Además, la oferta es escasa, que provoca saturación en las horas pico y falta de servicio en rutas nocturnas, y con un alto índice de problemas viales derivado en que el tránsito es mixto, es decir, comparten en espacio vial con los vehículos particulares tanto motorizados como no motorizados (bicis). Estas circunstancias son un caldo de cultivo para problemas cotidianos de tránsito y seguridad y procesos de negociación entre gobierno y las diversas cabezas de la Hidra del transporte concesionado.

El Economista informó que la Ciudad de México había colapsado en septiembre de 2019 por una movilización del transporte público concesionado que exigía un aumento de la tarifa mínima y no someterse a una serie de obligaciones administrativas como la instalación de localizadores en tiempo real y el uso de GPS. El jueves pasado con pocas personas, en puntos estratégicos de la Ciudad de México, una agrupación, el FAT, bloqueó la circulación. El gobierno reaccionó y en menos de tres horas levantó los bloqueos.

En medio de esta lucha de fuerzas, los habitantes de la Ciudad de México, quedamos atrapados. Un conflicto latente que no se resuelve sólo con la negativa de aumentar la tarifa mínima. Un pobre financiamiento en una concesión es garantía de mal funcionamiento del servicio público en perjuicio del usuario. La rebelión de los transportistas fue controlada, pero eso en poco o nada corrige la anarquía existente. El hecho que el 75% de los viajes se realicen en este tipo de transporte dice lo mucho que hay que corregir en la movilidad de la ZMVM.

Investigador del Instituto Mexicano de Estudios  
Estratégicos de Seguridad y Defensa Nacionales 
cmatutegonzalez@gmail.com 

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www.carlosmatute.com.mx 


 

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