Desde hace un par de semanas he abordado un tema de interés para todos los trabajadores que tienen una cuenta en el Infonavit: el indicador de cartera vencida del Instituto y el impacto en sus finanzas. Lo he hecho por mi compromiso como servidor público con la verdad y la transparencia, así como para explicar los cambios de fondo que hemos realizado en los últimos 18 meses.
Es importante reiterar que no existe crisis en la cartera hipotecaria. Desde octubre de 2019, señalamos que debido a la transparencia y la erradicación de las malas prácticas del pasado, el indicador de cartera vencida aumentaría. Señalo las dos razones más importantes:
Primero, se modificaron las prácticas operativas y contables y se reclasificaron los créditos vencidos que estaban erróneamente catalogados como vigentes, a pesar de no recibir pago por meses. El programa “Borrón y cuenta nueva” retrasaba la clasificación de los créditos y aplicaba automáticamente un reinicio de los días de impago para mantener vigentes artificialmente los créditos, evitando incrementar el indicador de cartera vencida.
Afortunadamente, a pesar de este programa, el Infonavit, que tiene un área de riesgos independiente, constituyó las reservas financieras necesarias que correspondían con los días de retraso de pago. Por lo que la reclasificación y suspensión de la mala aplicación del programa no tuvo impacto significativo en las reservas financieras institucionales. Estos créditos no generaban ingresos, por lo que el único cambio implicó mostrar la verdadera magnitud del indicador.
También había créditos que se “segregaban”, es decir se contabilizaban fuera del balance del Instituto, con el objetivo deliberado de no afectar negativamente el indicador de cartera vencida. Es importante mencionar que la segregación se hacía, privilegiando más un criterio discrecional de preservar un índice de cartera vencida en lugar de contar con una política clara para descontar del balance sólo los créditos que ya no tengan probabilidad de recuperación, objetivo que es la justificación adecuada en la práctica permitida por la regulación bancaria. A partir de noviembre de 2019, se estableció la regla de que sólo aquellos créditos con 48 meses de impago se sacarían de balance, algo estándar en el mercado. Es decir, modificamos el criterio, pero no cambió el número de créditos sin pagos.
En segundo lugar, esta administración está comprometida con evitar las causas estructurales que generan deterioros en la cartera. Me refiero a lo sucedido hace algunos años: una expansión acelerada, artificial y desordenada del mercado hipotecario. El Infonavit no trabajará con aquellos que quieren construir casas para después recuperarlas en adjudicaciones, repercutiendo en un daño financiero enorme al Instituto. Nuestra misión es construir viviendas útiles, con servicios, respetuosas de su entorno y su comunidad y, principalmente, que materialicen el anhelo de los trabajadores de contar con un patrimonio propio, que crezca con el tiempo, no que se destruya, o abandone.
Se debe decir que desde 2014 se ha observado una tendencia a la baja en la colocación de créditos hipotecarios del Infonavit. Lo anterior se debe a que el crecimiento exponencial que se observó entre 2000 y 2012 era insostenible desde la perspectiva urbana, social y económica. En aquella época se depredó el territorio, se construyeron casas de baja calidad, menor tamaño, alejadas de los centros urbanos y hasta en zonas de riesgo.
Con la actual política de vivienda queremos que los trabajadores tengan opciones para usar su ahorro en diferentes necesidades de vivienda, que puedan reestructurar sus créditos, que vivan en un entorno social habitable y, sobre todo, puedan pagar su hogar para conservarlo.
En ese sentido, se aspira a un mercado que crezca de forma orgánica y consistente, que absorba los efectos del desarrollo urbano, con viviendas conectadas con los centros de trabajo y que sean parte de un sistema integrado de transporte. No impulsaremos un crecimiento artificial para después tener cientos de miles de casas abandonadas e inútiles. Esta visión significa que la cartera total de créditos del Infonavit crecerá a un ritmo menor que el aumento de la cartera vencida. Esto es normal, teniendo en cuenta la herencia de abandono del sector y no representa hoy un riesgo a las finanzas del Infonavit.
Nuestra solidez financiera institucional ha sido confirmada en las evaluaciones realizadas por las calificadoras internacionales. Muestra de ello es el último reporte de Standard and Poor’s sobre la fortaleza del Infonavit, que confirmó la calificación más alta al Instituto, pese al entorno económico adverso.
Finalmente, respondo puntualmente a quienes insisten en que para bajar la cartera vencida se requiere una respuesta judicial agresiva, desordenada y opaca y dejar de confiar en la “cobranza de escritorio”. No lo vamos a hacer. Esta es una práctica ineficaz probada y contraria a nuestros objetivos, entre los que se incluye destacadamente el combate a la corrupción.
Esta práctica fue de uso común en el sexenio anterior. Se gastaron 36 mil millones de pesos en juicios corruptos, violatorios de derechos humanos y garantías procesales, para “recuperar” casas, sin que estas acciones hayan funcionado. Hoy Infonavit tiene presente que su labor no es exprimir el ingreso del trabajador ni asfixiar a quienes han dejado de pagar. De entrada, confiamos en que las y los trabajadores pagarían si estuvieran en condiciones de hacerlo y la misión es acompañarlos para que así lo hagan.
Lo que hoy es patente para todos es el valor y la dinámica real del comportamiento de los créditos en el Instituto: sin juicios masivos, sin subastas de cartera y sin tecnicismos operativos o contables. A quien le parezca muy elevado el índice de cartera vencida, deberá recordar el perfil crediticio y económico de la población que atendemos y, sobre todo, deberá reflexionar sobre las causas de fondo que explican su dinámica.
La transformación del Infonavit seguirá adelante con honestidad y transparencia, en beneficio de las y los trabajadores del México, empezando por quienes menos tienen y más lo necesitan, y a pesar de las resistencias normales que provoca la afectación de los intereses particulares de quienes estaban acostumbrados al tráfico de influencias y a la corrupción.