Esta pregunta ya se la están haciendo con preocupación muchos presidentes y primeros ministros del mundo. A excepción de algunos autócratas de izquierda o de derecha que andan por ahí, el posible regreso de Donald Trump a la presidencia estadounidense les pone a muchos líderes políticos los pelos de punta.

A primera vista parecería que esa posibilidad no tiene fundamento alguno. Después de todo Trump, de acuerdo con varias sentencias dictadas por jueces de su país, incitó a una rebelión al aprobar el sorpresivo ataque que hizo al Congreso de la Unión de Estados Unidos una turba de sus seguidores en enero de 2021. Trump es legalmente, pues, un insurrecto.

Pero en su país ni siquiera eso basta para detener a alguien que pretende ser un candidato presidencial. Ya van tres jueces estatales que han fallado que Trump puede participar en el proceso electoral de su país, el cual empieza el próximo 5 de enero y culmina con las elecciones presidenciales del 5 de noviembre de 2024.

Si no sufre algún tropiezo legal durante las elecciones primarias del Partido Republicano, él tendría prácticamente en la bolsa su designación como candidato presidencial. Luego se enfrentaría, quizás, al actual presidente Joe Biden. ¿O sería otro el candidato del Partido Demócrata? Esto último no puede descartarse. Preocupados por la innegable popularidad de Trump, varios asesores políticos del partido demócrata, entre ellos algunos cercanos a Barack Obama, han comenzado a sugerir que Biden debe declinar su candidatura para una posible reelección y dar paso a un político más joven.

Ninguno de los dos se cuece en el primer hervor. Trump tiene 77 años y es un megalómano que padece delirios de grandeza desde su juventud, pero para muchos votantes estadounidenses eso no parece importar mucho. Después de todo, ellos disfrutan del espectáculo que él les brinda a diario con su ametralladora de insultos. Biden, por otro lado, lleva a cuestas sus 81 años. A pesar de ser un político equilibrado y experimentado, Biden ha comenzado a mostrar algunos claros síntomas de senilidad, y para no pocos de los demócratas, especialmente los más jóvenes, eso constituye una primera alarma.

Por las razones que fueran, el que Trump llegara de nuevo a la presidencia representaría una mala noticia para algunos países, por ejemplo China, y una pésima noticia para otros, especialmente México. En un reciente trabajo, publicado por The New York Times, tres connotados periodistas hicieron un preocupante recuento de algunas de las políticas que Trump trataría de establecer entonces. Entre varias de sus posibles acciones que nos afectarían directamente, figura una en especial. Llegando al poder, Trump trataría de deportar a todos los millones de inmigrantes ilegales que radican allá, independientemente del número de años de su establecimiento. Además, trataría de despojar de su ciudadanía a los hijos de esos inmigrantes ilegales, a la que tienen derecho por haber nacido en Estados Unidos.

Ahora bien, su eventual triunfo no apesadumbraría a todos los gobernantes del mundo. En Argentina, por ejemplo, ya Javier Milei anunció con orgullo a sus seguidores que Trump irá de visita. Y si el estadounidense llegara a ganar en el 2024, Vladimir Putin también festejaría la noticia en el Palacio del Kremlin. Como les gusta decir a los cubanos, Dios los cría y el diablo los junta.

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