Poco antes de su retiro como presidente del Banco Mundial, Eugene Black dio un discurso memorable en 1961. De manera pública hizo, en particular, una atrevida conjetura: que Rusia, México y Japón “todavía debían lograr que sus economías fueran de alto consumo, pero que podrían conseguirlo de forma previsible en un futuro cercano” (traducción nuestra).
Además de que sorprende el orden en que Black cita a los tres países, sorprende también lo errado que estuvo respecto a lo que sucedió posteriormente con dos de ellos. El gran despegue económico ciertamente se dio en el caso de Japón hasta convertirlo en una de las naciones más desarrolladas del mundo. Pero Rusia, a pesar de que hace dos décadas pasó de un régimen comunista a otro de un capitalismo casi salvaje, nunca ha podido consolidar una senda de crecimiento robusto y estable. Y de lo que se dijo en ese discurso sobre México, mejor ni hablar. Brasil, por cierto, pudo haber sido el otro país de América Latina en tal lista, pues en esos años crecía tanto o más que México, aunque Black se hubiera también equivocado rotundamente con ese otro país.
Hoy el rumbo económico de los países latinoamericanos sigue siendo tan incierto como en ese entonces. Esto lo ilustra la más reciente encuesta trimestral que el Instituto Brasileño de Economía, de la Fundación Getulio Vargas, levanta entre los nacionales de los diez países más importantes de la región.
Un ejemplo de esa incertidumbre es la gran variabilidad que tuvieron los rebotes económicos registrados este año esos países. En los casos de Chile y Perú el crecimiento económico acabará siendo más del diez por ciento, pero en Ecuador y Uruguay será menos del tres por ciento. El crecimiento de México será probablemente del orden de 5.5%, menor que el promedio de la región. Por otro lado, en 2022 el crecimiento esperado promedio para América Latina será apenas del 2.6%; mientras que el de México será ligeramente mayor, 2.9%.
Destaca también la encuesta que en cinco de los diez países se ha registrado en los últimos meses un desplome en sus indicadores de clima económico. La peor caída se dio en Brasil, seguido por Argentina, Chile, Perú y México. En el caso de nuestro país, los problemas mayores percibidos por los encuestados fueron: la falta de confianza en la política económica, el clima desfavorable para los inversionistas extranjeros y la falta de innovación. Nada nuevo bajo el sol.
Los otros países en donde la falta de confianza en la política económica jugó también un papel preponderante fueron Argentina, Perú, Bolivia y Brasil, en ese orden. En el caso de la corrupción, un problema supuestamente solucionado por el actual gobierno, los países más preocupados por ella fueron Ecuador, Perú, Argentina y, sobra añadir, México.
Un factor que no luce problemático para nuestro país pero que debería serlo para todos los demás, es el crecimiento más lento de la economía china, característica que al parecer llegó para quedarse. A medida que pierda fuerza esa gran economía se verán afectadas seriamente las exportaciones de productos agropecuarios y materias primas de las que dependen tanto casi todos los países en Sudamérica. Curiosamente, entre los encuestados solo los chilenos tienen al parecer plena conciencia de la tormenta que se avecina.
Profesor del Tecnológico de Monterrey