Los ciudadanos de los 27 estados integrantes de la Unión Europea son representados por 705 miembros en su Parlamento. Una gran mayoría, 607 de ellos, aprobó el 10 de marzo pasado una resolución que establece, entre otros puntos, que “México es desde hace mucho tiempo el lugar más peligroso y mortífero para los periodistas fuera de una zona oficial de guerra”. A los mexicanos en general, y a nuestros periodistas en particular, no nos sorprende esa aseveración en absoluto. Pero sí al presidente López Obrador, quien un día después redactó de su propia mano una arrebatada réplica.
Para fundamentar la resolución mencionada, el Parlamento comenzó por citar varios sustentos jurídicos, siendo los dos primeros: “-Vistas sus anteriores resoluciones sobre México. -Vistos el Acuerdo de asociación económica, concertación política y cooperación entre la Comunidad Europea y sus Estados miembros, por una parte, y los Estados Unidos Mexicanos por otra (Acuerdo Global UE-México), en vigor desde 2000, y el acuerdo modernizado”. Con el primero le recordaban al gobierno mexicano que no era la primera vez que emitían recomendaciones de esa índole. Con el segundo le recordaban también que las partes no solo firmaron un tratado de libre comercio a principios del siglo, sino además un acuerdo de concertación política.
De manera contrastante, las primeras frases de la réplica del gobierno a dicha resolución fueron las siguientes: “A los diputados del Parlamento Europeo: Basta de corrupción, de mentiras y de hipocresías. Es lamentable que se sumen como borregos a la estrategia reaccionaria y golpista del grupo corrupto que se opone a la Cuarta Transformación, impulsada por millones de mexicanos para enfrentar la monstruosa desigualdad y la violencia heredada por la política económica neoliberal que durante 36 años se impuso en nuestro país”.
En la sección de considerandos, catorce en total, el Parlamento Europeo estableció en particular lo siguiente: “Considerando que el presidente López Obrador ha utilizado con frecuencia una retórica populista en las conferencias de prensa diarias para denigrar e intimidar a periodistas independientes, propietarios de medios de comunicación y activistas”.
En la réplica gubernamental aparece el siguiente texto: “Sepan diputados europeos, que México ha dejado de ser tierra de conquista y, como en muy pocas ocasiones en su historia, se están haciendo valer los principios libertarios de igualdad y democracia. Aquí no se reprime a nadie, se respeta la libertad de expresión y el trabajo de los periodistas”.
Y finalmente, el Parlamento de la Unión Europea insta, en una de sus trece peticiones, al gobierno mexicano “a que adopte medidas concretas, rápidas y eficaces para reforzar las instituciones nacionales, estatales y locales y a que aplique un conjunto de estrategias urgentes, exhaustivas y coherentes de prevención, protección, reparación y rendición de cuentas con el fin de garantizar que los defensores de los derechos humanos y los periodistas puedan continuar sus actividades sin temor a represalias y sin restricciones”.
A lo que el presidente López Obrador, a sabiendas de la incapacidad propia de este gobierno, mejor contestó: “Para la próxima, infórmense y lean bien las resoluciones que les presentan antes de emitir su voto. Y no olviden que ya no somos colonia de nadie. México es un país libre, independiente y soberano. Evolucionen, dejen atrás su manía injerencista disfrazada de buenas intenciones”.
¿Qué resta por añadir?
Profesor del Tecnológico de Monterrey