El Instituto Nacional de Estadística y Geografía, el INEGI, es uno de los pocos organismos públicos del que podemos sentirnos realmente orgullosos los mexicanos, no solamente ante otros latinoamericanos, sino también ante estadounidenses, europeos y asiáticos. El Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, de allí el acrónimo original “INEGI”, se creó en el año de 1983, cuando el organismo todavía pertenecía a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. El nombre se acortó al actual en 2008, cuando, para bien, la institución se volvió constitucionalmente autónoma y también cuando, para mal, la parte informática se siguió dejando a cargo del gobierno federal.
La semana pasada el Inegi publicó dos datos importantes sobre nuestro país que mal haríamos en ignorar. El primero, que debería preocuparnos a todos los mexicanos, es el relativo a los fallecimientos que se tuvieron en 2020 debido a la Covid. Resulta que, al contrario de la cifra de 149 mil dada por la Secretaría de Salud, el número de mexicanos muertos por la pandemia en 2020 fue 201 mil, de acuerdo con las cifras ya oficiales del Inegi, 35% más que la cifra dada por el gobierno. Extrapolando ese porcentaje hasta hoy, resulta que alrededor de 325 mil mexicanos han muerto por la pandemia; aunque hay expertos que estiman casi medio millón de fallecimientos.
Ardidos los morenistas por el fracaso de su reciente consulta, ya adelantaron que crearán una comisión de la verdad para examinar el proceder de los expresidentes de México. Perfecto, extraordinario, pero ya entrados en gastos también podrían crear otra comisión de la verdad para esclarecer la tragedia que sufrió México por la pandemia. En su último artículo sobre la Covid aparecido en EL UNIVERSAL, Raúl Rojas, el afamado científico mexicano, concluía a propósito de esas muertes: “Friedrich Schiller decía que la historia es la ‘corte en la que el mundo se juzga a sí mismo’ [...] La corte de la historia habrá de juzgar, en su momento”.
Entre los otros datos publicados por el Inegi, resalta uno que todos preveían pero que, aún así, llevó al paroxismo a observadores que son afines al régimen y nunca entendieron la aritmética que les enseñaron al iniciar primaria. Resulta que, obviamente, la economía creció mucho en el segundo trimestre de este año relativo al de doce meses atrás, simplemente porque hace un año nos fuimos casi a la ruina. Aun si no le hubiéramos echado ganitas, tenía que rebotar la producción.
Ahora bien, por fortuna la economía mexicana sí va a terminar creciendo en 2021. Alrededor del seis por ciento, debido especialmente al crecimiento que tendrá la economía estadounidense. Pero, a pesar del entusiasmo de algunos cuantos, a fines de este año el producto interno bruto de México será todavía menor no solo al que se tenía antes de la pandemia, sino también al que se tenía antes de iniciar este sexenio, en 2018.
Para poder recuperar el nivel de la producción que se generaba entonces en nuestro país hay que esperar hasta fines del año 2022 o principios del 2023. Y en la búsqueda de ese objetivo mucho ayudaría que no solamente los trabajadores y los empresarios mexicanos se esmeraran aún más en sus tareas, sino también que nuestros gobernantes tuvieran una visión de Estado.
Profesor del Tecnológico de Monterrey