En todo momento y en todo lugar, el presidente López Obrador no se cansa de repetir que la economía está muy bien, que va requetebién. Todo esto a contrapelo de las tendencias negativas que han estado documentando desde hace meses organismos tales como el Banco de México y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía. A pesar de ello, el Presidente sigue sosteniendo que la economía está en un periodo de bonanza, dado que él, como lo asegura cada vez que tiene oportunidad, tiene sus propios datos. ¿De qué fuente fidedigna, quizás se pregunte usted, saca sus datos? Solo él lo sabe.

El último ejemplo de lo anterior sucedió hace poco, el cinco del mes en curso para ser precisos. En ese día, o más puntualmente en la mañanera de ese día, el presidente afirmó que, palabras más o palabras menos, “en el primer semestre llegó inversión foránea como nunca había sucedido en los últimos tiempos”. Bueno, si eso fuera cierto, esa noticia debería ser un motivo de gran júbilo entre los mexicanos. En efecto, la inversión extranjera directa (IED) es sumamente codiciada por todos los países del mundo, tengan los gobernantes que tengan (desde Trump hasta Maduro). Y con justa razón, pues la inversión no solo llega acompañada por dinero fresco al país receptor, sino también por las nuevas tecnologías y los nuevos procesos de producción que llegan de la mano.

Aunque, ¿es realmente correcto tal dicho presidencial? Para responder a la pregunta basta entrar al portal de la Secretaría de Economía, la dependencia encargada del resguardo de los datos en cuestión. De allí se puede bajar un archivo en hoja de cálculo llamado Información estadística general de flujos de IED hacia México desde 1999. Y lo que resta es simplemente sumar las cifras del primer y segundo semestre de cada uno de los últimos veinte años. Como es costumbre internacional, la dependencia presenta los datos en millones de dólares corrientes. El que sean corrientes y no constantes subestima los valores de los años anteriores al 2019, pero no los corregiremos aquí para no causar confusión.

Y ahora manos a la obra. En el primer semestre de este año, indica la Secretaría de Economía, se recibió un total de 18,102 millones de dólares por concepto de IED. Una cifra razonable, pero por desgracia 24% menor a lo recibido en el primer semestre de 2018: 22,278 millones de dólares. Más aún, esa cifra es también menor, lamentablemente, a la obtenida en el primer semestre de 2017 (20,263 millones), en el primer semestre de 2016 (18,740 millones), en el primer semestre de 2015 (18,873 millones), en el primer semestre de 2014 (19,278 millones) y en el primer semestre de 2013 (31,321 millones). La hipótesis presidencial es, pues, completamente errónea.

Una posibilidad de salvar esa conjetura parecería darse si se centra la atención no en el total de IED, el cual incluye reinversión de utilidades y otras cuentas, sino tan solo en el rubro de nuevas inversiones. En ese caso la cifra para el primer semestre de 2019 es en efecto 5% mayor que la correspondiente en 2018: 4,333 millones de dólares contra 4,123 millones. Pero la hipótesis se derrumba al comparar la cifra de 2019 con las correspondientes para los años 2017 (5,843 millones), 2016 (5,321 millones) y 2015 (7,122 millones).

Para bien o para mal, México tiene una economía muy abierta de acuerdo con todos los cánones internacionales; baste recordar que actualmente tenemos acuerdos de libre comercio con 46 países, ni más ni menos. Es por ello muy loable que el Presidente esté poniendo una gran atención a los flujos de inversión extranjera directa que llegan a México, aun si sus comparativos históricos no son, como se vio, totalmente correctos.


Profesor titular del Tec de Monterrey

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