La modificación a la Ley de la Industria Eléctrica, promovida por la propia Presidencia de la República, es ya coloquialmente conocida como la Ley Combustóleo. Uno de los elementos clave de la reforma es que se da preferencia de despacho a la electricidad generada por la propia Comisión Federal de Electricidad (CFE), sin importar los significativos costos adicionales, tanto ambientales como económicos, que conlleva tal medida. En particular se relega hasta la cola el despacho de la energía limpia, eólica o solar (fotováltica), que sea generada por el sector privado.
De acuerdo con la reforma, la CFE debe privilegiar la transmisión de la energía eléctrica que provenga de sus propias centrales, ya sean hidroeléctricas, de ciclo combinado, nucleares, geotérmicas, y, ¡ajá!, plantas termoeléctricas. Las últimas utilizan combustibles fósiles que varían desde el carbón hasta, ¡ajá!, el combustóleo. Éste es un residuo que queda tras refinar el petróleo crudo. Dada la ineficiencia de sus refinerías, de cada barril de crudo que Pemex usa para destilar gasolina, y otros derivados, alrededor de un 30% acaba simplemente convirtiéndose en, ¡ajá!, combustóleo.
En consecuencia, Pemex produce diariamente más de 200 mil barriles diarios del residuo. Esta cantidad excede por mucho las necesidades de las termoeléctricas de la CFE que usan combustóleo, de manera preponderante las plantas de Tula, Hidalgo, y de Tuxpan, Veracruz. Más aún, tal abundancia del residuo es en el fondo un perjuicio por dos razones. La primera es que la demanda mundial de combustóleo se está desplomando, pues las más recientes normas de la Organización Marítima Internacional limitan severamente su uso.
La segunda razón es de mayor peso: aparte de ser más ineficiente que otros combustibles fósiles, el combustóleo es significativamente más dañino para la salud. Al quemarse, el combustóleo produce partículas de dióxido de azufre que pueden ser transportadas en el ambiente e inhaladas por las personas. Esto a su vez puede provocar desde bronquitis crónicas hasta muertes prematuras. En el caso de la termoeléctrica de Tuxpan la población expuesta así se estima que sea alrededor de un millón de personas. En el caso de Tula, la población que está expuesta es la que habita en el Valle de México, más de veinte millones de personas.
La quema de combustóleo puede contaminar el ambiente de manera imprevista. Un ejemplo lo proveen los cruceros, esos grandes barcos que van de puerto en puerto. De acuerdo con la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente, el nivel de dióxido de azufre generado los cruceros en las ciudades portuarias europeas sobrepasa el que generan todos los automóviles de esas mismas ciudades. Seguramente los científicos mexicanos habrán hecho estudios similares para el caso de la termoeléctrica de Tula en el Valle de México.
Así como desde hace más de una década Pemex ha estado prometiendo que ya, por fin, va a acabar de reconfigurar sus refinerías, la CFE ha estado prometiendo reconvertir sus termoeléctricas para mejor usar gas natural. Ajá, ¿y con qué recursos? Debido a la Ley Combustóleo el ya de por sí gravoso subsidio a las tarifas eléctricas se incrementará aún más. Se estima que los contribuyentes acabaremos por pagar por ese concepto más de 120 mil millones de pesos tan solo este año.
Profesor del Tecnológico de Monterrey