Todos los países cuentan con un organismo a cargo de la elaboración de las estadísticas oficiales (el Inegi en el caso mexicano). Dada la importancia de sus tareas, los funcionarios que trabajan en esas organizaciones no solo desarrollan una gran capacidad técnica sino que también tienden a ser muy cuidadosos en la interpretación de los datos que publican. No se pueden dar el lujo de plantear conclusiones que sean controvertibles.
Debido a ello, son otros organismos, internacionales o de la sociedad civil, quienes estiman indicadores muy útiles que resultan de agregar variables disímiles. El ejemplo más connotado es el Índice de Desarrollo Humano el cual estima anualmente para cada país el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Este indicador se construye mediante tres variables: el ingreso nacional per cápita, la esperanza de vida al nacer y el nivel de escolaridad. Dada la naturaleza de esas variables, quizás no deba sorprender que hoy México ocupe el lugar 78 en una tabla de 189 países.
En el caso del Índice de Progreso Social, un indicador creado por la organización Social Progress Imperative, el puesto de nuestro país es igualmente vergonzoso: 68 entre 168 países. Tal índice es más comprehensivo que el citado con anterioridad, pues se construye con 54 variables diferentes. Entre ellas, para ejemplificar su diversidad, la inseguridad alimentaria, el nivel de crimen violento, el porcentaje de hogares con computadoras y la paridad de género en varios ámbitos.
A mayor desagregación regional de un índice, mayor es su valía. En el caso del Índice de Progreso Social quien se echó a cuestas esa tarea adicional es el respetado y entusiasta colectivo México, ¿Cómo Vamos? Fue el año pasado cuando estimó por primera vez ese indicador para cada una de las 32 entidades federativas. Más aún, en este año el colectivo redobló sus esfuerzos para presentar una serie anual retroactiva desde 2015.
Sus hallazgos son muy interesantes. En el año 2020, que resultó ser especialmente aciago por la pandemia, las cinco entidades con el índice de progreso social mayor en la tabla general fueron Nuevo León, el primer lugar, seguido por Querétaro, Aguascalientes, Ciudad de México y Yucatán. Los cinco estados en la parte inferior resultaron ser, por otro lado, Tabasco, Veracruz, Oaxaca, Chiapas y, al final, Guerrero. En estos últimos casos no hay, desgraciadamente, novedad alguna.
Pero las comparaciones más interesantes se dan cuando se emplea como marco de referencia el sexenio actual, sobre el cual ya se tienen los valores del indicador para 2019 y 2020. Si se compara en particular el valor del índice de progreso social que tenía cada entidad a fines del sexenio pasado, en 2018, con el que cada una tuvo a fines del año pasado, en 2020, emergen algunos resultados sorpresivos. A pesar de la pandemia, algunos estados lograron incrementar su indicador de progreso social entre 2018 y 2020. Los ejemplos más notables fueron Durango (+1.1 puntos) y Querétaro (+1.6).
Por otro lado, las dos entidades que sufrieron el mayor desplome en su indicador fueron el Estado de México, el cual en dos años perdió 2.5 puntos, y la Ciudad de México, la cual entre 2018 y 2020 vio una caída pronunciada de 3.9 puntos en su índice de progreso social.
Profesor del Tecnológico de Monterrey