Lo que en septiembre de 1969 fue motivo de orgullo para todos los mexicanos, tanto para los que eran adultos como para los que éramos entonces niños, ya no lo es ahora. Era el Metro del entonces Distrito Federal, el segundo subterráneo construido en América Latina, después del de Buenos Aires, pero ya enfilado a convertirse, por mucho, en el más grande en longitud y el de mayor afluencia.
No obstante, como si esa importante vialidad hubiese sido concebida solo para el siglo pasado, desde hace veinte años el gobierno de la Ciudad de México apenas lo ha extendido con una línea más. Ésta es la que corre desde Mixcoac hasta Tláhuac, la Línea 12. Con errores de origen, tanto en el diseño como en la construcción, y con una vergonzosa y evidente falta de mantenimiento, las palabras “Línea 12” acaban de darle la vuelta al mundo. Para mal, pues las noticias tuvieron su origen en la tragedia humana ocurrida hace una semana.
¿Por qué no se le ha dado el debido mantenimiento al Metro? Varias razones se han aducido al respecto, pero solo un argumento es realmente de peso: el gobierno de la Ciudad de México tiene que subsidiar los viajes del Metro en un 75% y simplemente ya no le alcanza el dinero para ese mantenimiento. En efecto, el actual costo de operación debe ser del orden de 20 pesos por viaje por persona, mientras que el boleto cuesta por otro lado apenas 5 pesos.
En 1969, cuando el Metro inició su operación con la Línea 1, el boleto suelto (no en planilla) costaba 1.20 viejos pesos, aquellos pesos a los que después se les quitaron tres ceros. En pesos de hoy cada boleto costaba alrededor de $11.50, lo cual no era poco pues el viaje se hacía tan solo en una línea; ésta, por cierto, entonces comenzaba en Chapultepec y terminaba en la estación Zaragoza. Debido a los vaivenes inflacionarios sufridos en los ochenta y noventa, el precio del boleto sufrió varias alzas posteriormente. En diciembre de 1997 el precio del boleto fue fijado en 1.50 (nuevos) pesos, tras entrar en funciones Cárdenas como el primer Jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal. En pesos de hoy, ese costo del boleto sería del orden de $5.70.
El precio se volvió a incrementar, debido otra vez a la inflación, durante las administraciones de López Obrador y Ebrard: en enero de 2002 subió a 2 pesos y en enero de 2010 a 3. En capacidad de compra actual, el boleto costaba alrededor de $4.35 en 2002 y $4.50 en 2010. La siguiente alza se dio durante la administración de Mancera, pues desde diciembre de 2013 el costo del boleto es de 5 pesos. Aunque, en términos de poder de compra, a fines de 2013 el boleto costaba en realidad cerca de $6.80 y no los cinco de hoy.
Ahora bien, si en 2002 ó 2010 el boleto era menor en términos reales a los $5 de hoy, entonces ¿por qué ya no hay dinero para dar mantenimiento al Metro y antes sí lo había? Porque, y ésta es otra de nuestras desgracias actuales, la situación económica del gobierno de la Ciudad de México es ahora simple y sencillamente precaria.
Profesor del Tecnológico de Monterrey.