La llamada tasa objetivo del Banco de México sirve como referencia para las tasas de interés que establecen los bancos cuando se prestan entre ellos. Por tanto, esa tasa objetivo puede pensarse como una especie de piso a partir del cual otras se fijan, desde los rendimientos de los instrumentos financieros de deuda gubernamental, como los Cetes, hasta las tasas de los créditos hipotecarios y automotrices.

En este momento la tasa del Banco de México es 7%, pero el próximo jueves es casi seguro que suba, al menos, a 7.75%. Lo anterior en respuesta tanto a la inflación persistente que se registra en México, en este momento alrededor de 7.6% en términos anuales, como al incremento de 0.75% que acaba de establecer para su propia tasa de referencia la autoridad monetaria estadounidense, compuesta por seis de los consejeros del llamado Federal Reserve Board. Aunque usted no lo crea, en Estados Unidos la inflación anual es en estos momentos del orden de 8.6%, no solamente un punto porcentual mayor que la nuestra, sino también la mayor que ha registrado esa economía desde hace cuarenta años.

Es muy probable que en los siguientes meses la tasa objetivo del Banco de México continúe al alza y que rebase, sobradamente, su máximo histórico del 8.25%. Por mera chiripa, este último porcentaje fue también un referente en las dos últimas crisis que ha sufrido la economía mexicana. En efecto, a principios de 2008 el Banco de México comenzó a hacer pública su tasa objetivo, fijándola inicialmente en 7.5%. Pero, a pesar de que la inflación anual era entonces menor al 4%, el banco central siguió aumentándola hasta llegar, a fines de ese año, al 8.25%. Error mayúsculo, pues en 2008 ya había estallado en Estados Unidos y en Europa la crisis crediticia de sus sectores hipotecarios. La reducción apresurada hecha en 2009 por el Banco de México de su tasa objetivo, desde 8.25% a 4.5%, poco sirvió, dado que el daño ya estaba hecho.

Pero el yerro se repetió años después. De 2015 al 2018, el Banco de México volvió a incrementar su tasa en quince diferentes ocasiones hasta llevarla de 3%, el mínimo histórico, al porcentaje, para entonces ya mítico, de 8.25%. No había razón alguna para llegar a tanto, pero el hecho es que, a pesar del estancamiento de la economía mexicana, esa tasa siguió vigente hasta agosto de 2019. Fue entonces cuando el banco central, siguiendo al Federal Reserve Board, comenzó a bajarla de poquito en poquito.

Error mayúsculo de nueva cuenta, pues la pandemia llegó y nos agarró otra vez descobijados. De poco sirvió la reducción apresurada de la tasa objetivo por parte del Banco de México hasta llegar a ser, en febrero de 2021, de 4%; el perjuicio ya estaba hecho. Esa política monetaria contractiva, así como la aún más inexplicable política fiscal contractiva por parte del gobierno federal, colaboraron en la estrepitosa caída que la economía mexicana sufrió en 2020.

En fin, esta vez la tasa de interés del banco central pronto excederá ese porcentaje del 8.25%. Y al mismo tiempo el tipo de cambio del peso frente al dólar oscilará de acuerdo con el diferencial que exista entre las tasas de los dos países.

Profesor del Tecnológico de Monterrey

para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, planes para el fin de semana, Qatar 2022 y muchas opciones más.