La economía mexicana se estancó durante los tres primeros meses de 2021. De acuerdo con cifras preliminares del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, el producto interno bruto (PIB) creció apenas 0.4% respecto al registrado en el último trimestre de 2020. Más aún, comparado con la producción que se alcanzó en el primer trimestre de 2020, justo antes de la pandemia, el PIB se desplomó -2.9% el pasado trimestre, una caída preocupante.
Varios factores explican esas malas cifras. El primero fue el continuo mal desempeño del gobierno federal ante la crisis por la pandemia. De hecho, no será hasta en el último trimestre de este año cuando el confinamiento no siga causando estragos económicos. El segundo factor de peso fue la caída en el suministro de gas texano en el mes de febrero. Y el tercero fue la extinción de cientos de miles de pequeñas empresas y empleos formales el año pasado, disrupciones significativas tanto en la oferta como en la demanda que tardarán en desvanecerse.
Tal estancamiento contrasta con el buen desempeño que tuvo, por otro lado, la economía estadounidense. Nuestros vecinos estiman, en este momento, un crecimiento del orden de 6.4% para 2021. Ahora bien, como de vez en vez recordamos en este espacio, el procedimiento estadístico de anualización seguido por ellos es muy sui generis, pues lo extrapolan hacia adelante. En realidad, su crecimiento del primer trimestre respecto al anterior fue 1.56%, comparado con el 0.4% nuestro. Por otro lado, el crecimiento de su PIB trimestral respecto al de hace un año fue cerca de 0.4%. Así pues, ellos no tuvieron nuestro decrecimiento de -2.9%, y de hecho el nivel de su PIB es ya mayor al de antes de la pandemia.
¿Cómo se explica ese buen desempeño de la economía estadounidense? Mayormente la política fiscal expansiva seguida por el presidente Biden en su primer trimestre de gobierno. Las transferencias por parte del gobierno estadounidense fueron tan grandes el pasado trimestre que el ingreso disponible de las personas creció, en el agregado, 61% respecto al trimestre anterior. Esa política fiscal tan, pero tan agresiva persistirá, al parecer, por el resto del año y ya se está extendiendo para incrementar de manera sustantiva la inversión pública. Todo ello, dicho sea de paso, ayudará a mejorar el ingreso disponible de nuestros esforzados emigrantes que trabajan allá, así como a mejorar de manera indirecta el ingreso de sus familiares que reciben sus remesas acá.
Volviendo a la economía mexicana, ésta ciertamente ya está rebotando a partir del mes pasado. Pero, ¿de cuánto acabará siendo el rebote? Hace unos días el presidente López Obrador, tras aceptar que hubo un estancamiento económico, se aventuró a afirmar: “Para mediados de este año ya vamos a estar en la situación económica en la que estábamos antes de la pandemia”. Ésta es una conjetura que desgraciadamente no tiene fundamento. El nivel de empleo seguirá siendo todavía menor que al que había antes y la situación de pobreza seguirá siendo mayor que en años pasados. La verdadera magnitud de la crisis se puede apreciar con una conjetura alternativa: el PIB anual que se registrará a fines de 2021 será, en términos reales, menor al que se tuvo en 2018.