A principios de este año el precio promedio de la gasolina regular en el estado de Texas, de donde provienen gran parte de nuestras importaciones, era del orden de 2.9 dólares por galón (igual a 3.785 litros). Esto es, tomando el tipo de cambio a 20.5 pesos por dólar, en el sur de Estados Unidos el litro de la gasolina regular costaba alrededor de 15.7 pesos. En contraste, el precio promedio de un litro de gasolina en nuestro país era a principios de enero alrededor de 20.5 pesos.

Tras la invasión rusa a Ucrania, el precio promedio del galón de gasolina se disparó y ahora ronda los 3.9 dólares en Texas, un dólar más que antes. Esto es, el precio promedio de la gasolina regular en el sur del país vecino es ya del orden de 21.1 pesos por litro, una cifra casi idéntica al precio promedio en nuestro país el cual es hoy alrededor de 21.3 pesos.

Ahora bien, dado que México importa más de la mitad de la gasolina que consume, ¿cómo puede ser que hoy cueste aquí lo mismo que en el sur de Estados Unidos? La respuesta es que al gobierno le urge acarrear creyentes a la consulta de abril, además de que tiene muy presente las elecciones del próximo junio. Así que lo último que se quiere es alborotar más el gallinero.

Esta semana, por ejemplo, el gobierno no solamente condonará el impuesto especial que se carga por la compra de gasolina regular, $5.5 por litro, sino que además subsidiará su consumo a razón de $2.1 por litro (los montos cambian de semana en semana). Puesto de otra manera, en estos días el gobierno reducirá por sus pistolas el precio promedio de la gasolina de $28.9 a tan solo $21.3 por litro.

Vale la pena clarificar un poco lo anterior. Además del IVA, los mexicanos pagamos un impuesto extra (IEPS) sobre el consumo de ciertos productos. En muchos países es común que los gobiernos impongan “impuestos al pecado” y México no es la excepción. Los hay en el caso de, por ejemplo, los cigarros y las bebidas alcohólicas. Esos gravámenes pretenden disminuir el consumo de determinados productos, aunque también fortalecen, de paso, la recaudación tributaria.

En México hay también un impuesto especial para el caso de las gasolinas y otros combustibles, en principio para reducir su uso por razones ambientales. En lo que va del siglo, la recaudación de este impuesto ha ayudado frecuentemente a fortalecer las finanzas públicas del país, aunque en este año antes de ayudarlas las deteriorará. No solamente ese impuesto especial está siendo actualmente condonado (hay un estímulo fiscal que lo cancela), sino que además se propicia su consumo con un subsidio (un estímulo complementario).

Que no cunda el pánico, dice el gobierno. Los precios de la gasolina están altos porque los del petróleo lo están, y por tanto Pemex podrá compensar esas pérdidas. Eso es falso, pues no todo el ingreso de Pemex entra a las arcas gubernamentales, sino solo el impuesto a la renta y los derechos sobre hidrocarburos. Por consiguiente, el gobierno federal tendrá que contratar deuda o reducir sus gastos en salud y educación. Le quitará a los más pobres para dar atole con el dedo a los que tienen coche.

Profesor del Tecnológico de Monterrey

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