Debido a su ignorancia en materia económica, el presidente López Obrador hace acopio de información sobre tales asuntos mediante tarjetas, acordeones diríamos en mexicano, que le llevan de manera periódica asesores de la presidencia y ocasionalmente miembros de su gabinete.
No obstante lo anterior, cuando habla de manera pública respecto a cualquier asunto económico casi siempre tiende a equivocarse, de principio a fin. La razón más frecuente de ese fallo es que muchas veces no utiliza tales acordeones, sino que más bien entresaca la información de su ya mítico archivo con los “otros datos” (los cuales son obtenidos en algún lugar del más allá). Una segunda razón es que él no tiene, para decirlo sin ambages, muchas veces idea del significado de algunas de las cifras que le son presentadas en esas tarjetas.
Sin embargo, de vez en vez hay una tercera razón que puede explicar esos equívocos y de la que López Obrador no es, por supuesto, directamente responsable; esto sucede cuando quienes cometen los errores son los que redactan las dichosas tarjetas. Como se ilustrará más abajo, esta tercera posibilidad no es tan infrecuente como uno pensaría, a pesar de que la información contenida en esos acordeones debería ser fácil de recabar sin errores.
Resulta que López Obrador afirmó recientemente que a fines de este año, 2021, la inversión extranjera hacia México alcanzará un máximo casi histórico (la excepción sería 2013, cuando se dio la venta de una cervecería mexicana). Aun cuando él habló de la “inversión extranjera” tal cual, vale la pena precisar que solamente se estaba refiriendo a la llamada inversión extranjera directa (IED), la cual comprende las nuevas inversiones de las empresas extranjeras en México o, en su defecto, la reinversión de las utilidades que ya obtuvieron aquí. La otra parte de la inversión extranjera, la de portafolio (especulativa), se ha desplomado tanto en los dos últimos años, en más de 500 mil millones de pesos, que dudamos que el Presidente quisiera hablar mínimamente sobre ella aun si supiera de su existencia.
Según sus cifras, la IED que se registró a fines de su primer año de gobierno, 2019, fue la mayor desde 2013. Eso es falso. Como puede verificarse en las diversas ediciones de la balanza de pagos publicadas por el Banco de México, la IED fue mayor en 2015 y 2017 si se hace la comparación en términos meramente nominales. Más aún, en términos reales, tomando en cuenta la pérdida del poder adquisitivo del dólar, la IED a fines del sexenio de Peña Nieto, 2018, fue también mayor a la del primer año de su sexenio.
Esa distinción entre dólares nominales y reales jugará un papel aún más relevante en este año, pues la inflación anual en Estados Unidos alcanzará casi el 5%, la mayor alza anual de precios registrada allá durante las últimas tres décadas. Por ello y porque China es la única nación que está realmente trayendo nuevas inversiones a México, López Obrador debe perder toda esperanza acerca de ese máximo de la IED en 2021. Y si persiste con su absurda propuesta de una contrarreforma eléctrica, peor le irá a la economía a partir de 2022 en materia de inversión extranjera, tanto directa como de portafolio.
Profesor del Tecnológico de Monterrey