Cuando estaba preparando el debate de candidatos a la Presidencia, sus asesores le sugirieron a López Obrador: refiérete a Ricardo Anaya como “Ricky Ricón”, el personaje de historieta millonario e insoportable. Pero AMLO no sabía quién era y nunca había escuchado hablar de él. Por eso, cuando llegó la hora de soltarle el apodo en pleno debate en vivo en cadena nacional, López Obrador tropezó: Ricky… Riquín… canallín. No pudo acordarse del apodo que le habían sugerido, pero cayó parado: el apodo le salió mejor, más humillante. A las pocas semanas despedazó electoralmente a todos sus rivales.
López Obrador, que sepultó así a Ricardo Anaya, lo revivió. Desde que la Fiscalía General de la República decidió perseguirlo, y AMLO se subió con ira al tren de la persecución, Anaya dejó de ser un aspirante presidencial con poca suerte que recorría pueblos para hacer unos videos de bajo impacto, y se convirtió en el más visible y acosado de los opositores a un régimen que no deja de dar muestras autoritarias. López Obrador se volvió involuntariamente el mejor publicista de Anaya, su coordinador de campaña.
Pero el caso judicial está ahí. Y eso para López Obrador es casi un perder-perder.
Pierde si a Anaya no lo meten a la cárcel, porque entonces se demostrará que no había materia sino un insaciable apetito de venganza política , de ajuste de cuentas con un opositor contra el que siempre ha tenido una animadversión que parece hasta personal.
Pierde también si mete a Anaya a la cárcel porque sería un escándalo de dimensiones internacionales (sobre todo cuando dos hermanos del presidente aparecen en videos recibiendo dinero clandestinamente… y gozan de plena impunidad) que ubicaría a su gobierno al nivel de Venezuela , Nicaragua , Cuba , Rusia , etcétera. ¿Se imagina a Anaya en prisión, contratando unos abogados mediáticos que vayan diario a verlo y hagan declaraciones, mandando videos desde la cárcel denunciando al régimen, escribiendo artículos en diarios de México y el mundo, pidiendo (y es su derecho como imputado) carearse con todo el gabinete, apareciendo diario en audiencias ante el juez que serían en realidad discursos de campaña…?
El caso Anaya es, pues, una clásica del presidente: nadie se mete el pie mejor que él mismo.
SACIAMORBOS
La empresa DNV Energy Systems , encargada de los peritajes de la caída de la Línea 12 del metro de la Ciudad de México, presentó el viernes pasado denuncias ante la Fiscalía General de la República y la Fiscalía de la capital del país, derivado de que en el proceso de integración y revisión de las fallas se han generado controversias importantes, sobre todo con relación a las pruebas de las muestras de acero del tramo donde ocurrió la fractura.
El tema está en definir si el acero cumplía con las especificaciones o si la falla se produjo exclusivamente por falta de mantenimiento. Lo primero sería contra Ebrard , lo segundo contra Sheinbaum o Mancera .
Por alguna razón, la Fiscalía de la CdMx se tardó más de un mes en permitir que se hicieran las pruebas en Estados Unidos y de acuerdo a DNV, al regreso a México se violó la cadena de custodia de la muestra, es decir, puede estar violado el debido proceso. Vaya, vaya.
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