El presidente López Obrador sabe lo que están haciendo sus hijos. Lo facilita. Lo permite. Es cómplice.
Desde que el tema de la corrupción de sus hijos se volvió parte de la conversación política habitual, el Presidente se ha enojado, lo ha minimizado, ha tratado de desviar la atención, ha atacado a los medios de comunicación que hemos denunciado y a los políticos que han insistido en el tema. En todas estas categorías de reacciones, hay un denominador común: dice que no hay pruebas. Sabe que las hay -documentos, contratos, grabaciones telefónicas- pero dice que no hay pruebas.
¿Por qué? Porque el Presidente sabe que sus hijos están usando sus influencias dentro del gobierno para canalizar jugosos contratos a través de sus íntimos amigos -¿prestanombres?- que se volvieron millonarios en este sexenio. El Presidente sabe cómo actúan sus hijos, sabe en qué dependencias operan, sabe qué funcionarios les ayudan, sabe qué negocios traen y conoce a los amigos de sus hijos que están operando en esta red de El Clan.
En sus largas peroratas de ataque cuando se revela algún nuevo escándalo de corrupción, no desmiente nada de lo publicado. Dice que sus hijos no son corruptos, pero acepta que los involucrados sí son amigos de sus hijos, que efectivamente hay contratos del gobierno con sus empresas, que las grabaciones telefónicas son legítimas, que los mencionados en esas grabaciones son sus colaboradores y sus hijos, pero que no hay nada malo, que la operación de esta red le es ajena. Y claro, que nunca llegó a su oficina.
Pero sí llegó. Anoche, un reportaje de Mario Gutiérrez Vega y Mauricio Rubí en Latinus, presentó nuevas grabaciones telefónicas de Amílcar Olán en donde platica de una reunión con el presidente López Obrador, a quien dice que va a alcanzar en Oaxaca para amarrar unos negocios en la refinería de Salina Cruz.
López Obrador conoce a Amílcar Olán. Se ha reunido con él. Es amigo de sus hijos desde la infancia. Y sabe dónde tiene metidas las manos, como engrane central de este pulpo de tráfico de influencias que es El Clan: Tren Maya, Dos Bocas, Pemex, CFE, medicinas.
En el reportaje de anoche, se exhiben llamadas telefónicas de Amílcar Olán que revelan que es recibido por altos funcionarios del gobierno. Olán presume que su línea es directa con el propio Presidente, que el mismo López Obrador ha pedido hablar con él y que él opera con el círculo cercano del Presidente. Habla de sus encuentros con Andy y Bobby. Con Daniel Asaf, jefe de la Ayudantía y el hombre físicamente más cercano del Presidente. Con la secretaria de Economía, Raquel Buenrostro. Con el general Gustavo Ricardo Vallejo, encargado de las construcciones del AIFA y Tren Maya. Y de manera especial con Javier May, quien desde Fonatur encabezó inicialmente el proyecto del Tren Maya (lo hizo tan mal que se lo quitaron) y hoy es candidato de Morena al gobierno de Tabasco.
En el cinismo total, Amílcar le dice a uno de los primos de los López Beltrán, que con May, él (Amílcar) seguirá dominando el estado de Tabasco, y que luego se va a volver Senador y con fuero. Así de seguro, así de impune se siente. Cómo no, si el Presidente lo tiene blindado, protegido.