No entiendo por qué después de perder las elecciones de este domingo con un marcador de 4-2, un nutrido sector de la oposición festeja como si hubiera ganado y proclama como advertencia al oficialismo: “¡Hay tiro!” (en referencia de que para el 2024, la oposición está en la pelea).
No. No hay tiro. La elección de este año la perdieron 4-2. La elección del año pasado la perdieron 12-3. La elección de 2018 se las ganó con el 53% de los votos. El presidente controla 22 de los 32 gobiernos estatales, y va por dos más el próximo año. Cuenta con una estructura de 20 mil funcionarios públicos que recorren el país casa por casa repartiendo 500 mil millones de pesos de programas sociales a los más vulnerables. Este presidente puso más grave la inseguridad, rompió récord de homicidios y feminicidios, profundizó la crisis económica, tiene la mayor carestía en veinte años, manejó mal como pocos la pandemia, dejó al país sin medicinas, también lo dejó sin gasolina y los escándalos de corrupción salpican hasta su propia familia, pero nada de eso le ha costado gravemente en popularidad ni en votación. López Obrador tiene 60% de popularidad y su partido hoy gobierna a más de la mitad de la población a nivel local. No tiene un buen resultado de gobierno que presumir, pero sigue funcionando su narrativa de culpar de todo al pasado. Tiene a los empresarios más ricos de rodillas. La mayoría de los medios de comunicación son dóciles con él. El Ejército cogobierna y se ha llenado los bolsillos de dinero durante el sexenio. Los gobernadores de oposición se le someten. Tiene mayoría en la Cámara de Diputados. Tiene mayoría en la Cámara de Senadores. Tiene al SAT, tiene a la UIF, tiene a la Fiscalía General y no tiene empacho en usarlos contra quienes considera sus enemigos políticos. Y, por si fuera poco, el crimen organizado es su nuevo aliado electoral. En todas las encuestas su partido aparece como el que va adelante en la sucesión presidencial de 2024. No hay un solo “careo” entre presidenciables que no lo gane alguna de sus “corcholatas”. La oposición no tiene figuras. El PAN está dividido en sus estados más fuertes. El PRI está en peligro de extinción. El PRD ya se extinguió, pero aún no le avisan. MC se volvió irrelevante en esta elección.
No. No hay tiro. No encuentro los elementos que mueven al optimismo opositor. Es cierto que se pueden encontrar contra-ejemplos de que cada uno de estos factores fue derrotado en las urnas. Pero no todos, tanto, y al mismo tiempo. No parece en lo absoluto que se aproxime una pelea equitativa. Veo a un boxeador de peso completo que golpea hasta con sillas y navajas, y a un peso mosca que no parece aspirar a ganar la pelea sino a salir vivo del ring.
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