Desde hace cuando menos un mes, el ministro Eduardo Medina Mora supo que un viejo adversario suyo lo estaba investigando.
Santiago Nieto, al frente de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, había indagado en las cuentas y empresas familiares, y había detectado presuntas irregularidades en transferencias financieras.
Desde hace varias semanas, según fuentes con conocimiento del asunto que me han pedido el anonimato, el ministro Medina Mora informó a algunos de sus colegas el problema en el que estaba metido, y que estaba evaluando renunciar a la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Su plan era dejar el cargo para tratar de evitar un proceso legal y dejar su lugar para que el presidente López Obrador propusiera a un ministro que le fuera cercano y leal.
Medina Mora acudió a la oficina del ministro presidente Arturo Zaldívar y presentó su renuncia. La noticia tomó por sorpresa a muchos, incluso a las esposas de los demás ministros, que estaban congregadas en la casa del presidente de la Corte, con su esposa Mariana como anfitriona.
Medina Mora acusó venganza en la persecución del gobierno del presidente López Obrador. El gobierno argumentará que sencillamente perseguía delitos. Se podrá deducir un golpe al contrapeso de un Poder autónomo.
Habrá quien argumente que el combate a la corrupción va en serio.
Medina Mora no era un personaje popular. Fue duramente cuestionado por sus antecedentes al momento de ser postulado por el expresidente Enrique Peña Nieto al máximo tribunal del país.
Eduardo Medina Mora y López Obrador tienen una larga lista de agravios que datan de cuando el primero trabajaba para el gobierno de Vicente Fox y el segundo lo culpó de formar parte del complot para sacarlo de la boleta electoral en el 2006 a través del famoso proceso de desafuero.
Medina Mora estuvo al frente del Cisen, de Seguridad Pública, de la PGR, de la embajada mexicana en Estados Unidos, en administraciones adversas a López Obrador. Llegó a ministro de la Corte impulsado por Peña y, tras una operación política de alto nivel impulsada por el lopezobradorismo, que implicó jugar rudo, Medina Mora dio su brazo a torcer y votó a favor del ministro Arturo Zaldívar para que se convirtiera en presidente de la SCJN.
Ya como presidente electo, cuando López Obrador visitó a los ministros en su edificio sede, Medina Mora pidió ser quien lo recibiera y lo acompañara en un recorrido hasta el salón de la reunión, mostrándole los tesoros artísticos del lugar. Cuentan quienes los vieron juntos que no parecían ser esos adversarios acérrimos que todo mundo sabía que eran.
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