Hay dos hombres del gabinete a los que se considera maestros de Andrés Manuel López Obrador. Los conoció hace décadas, siendo el presidente un joven político, y ellos, de más edad, le dieron oportunidades de trabajo en el gobierno priista y le enseñaron de política. Coincidentemente, esos dos maestros han metido en graves problemas a su alumno.
Baldemar Hernández, el que acaba de llevar a la desaparición a Financiera Rural, fue el primer jefe de López Obrador en el gobierno. Fue subdirector coordinador del Centro Indigenista Chontal, del Instituto Nacional Indigenista (INI). López Obrador fue el delegado en Tabasco. Esa chamba le dieron tras haber hecho campaña por Carlos Pellicer en el estado. Cuarenta años después, López Obrador le devolvió el favor a Baldemar Hernández y lo puso al frente de Financiera Rural, encargada de otorgar créditos al campo. La semana pasada se anunció que Financiera Rural quedaría desmantelada. En su conferencia mañanera, López Obrador de nuevo parloteó sobre que la corrupción del pasado, las transas… pero no dijo la verdad: Baldemar Hernández tomó la Financiera con una cartera vencida de 10% y ahorita la tiene en 40%. Insostenible. Si hay alguna irregularidad que investigar en Financiera Rural, tendría que empezar por hurgar en este sexenio, en cómo la manejaron y la dejaron quebrada.
El otro es Ignacio Ovalle. También fue jefe de López Obrador en el Instituto Nacional Indigenista. AMLO ha querido ser agradecido con su maestro Ovalle: no solo le dio una segunda oportunidad en la vida, sino que lo ha protegido frente al escándalo de corrupción más cuantioso del sexenio.
Ignacio Ovalle estuvo al frente de la Conasupo en tiempos de Carlos Salinas de Gortari. Conasupo fue la columna vertebral de los escándalos de corrupción de ese sexenio que salpicaron incluso al hermano del mandatario, Raúl Salinas de Gortari. Ovalle salió impune del expediente.
Con el paso de las décadas, Conasupo fue cambiando de nombre casi sexenalmente hasta que en esta administración le pusieron Segalmex. Como Salinas, López Obrador designó a Ignacio Ovalle al frente del organismo encargado de garantizar alimentos baratos a la población más necesitada. La historia se repitió: Segalmex es el escándalo de corrupción del sexenio, con desvíos de hasta 15 mil millones de pesos, el doble que la tristemente célebre Estafa Maestra del sexenio de Peña Nieto. Y López Obrador protegió a su maestro Ovalle: lo quitó de Segalmex tan pronto iniciaron las indagatorias y lo colocó en la Secretaría de Gobernación donde se desempeña como Coordinador del Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal.
No faltará quien quiera destacar que el presidente es un hombre agradecido con los que le tendieron la mano. Agradecido, claro, a costa del dinero del pueblo y sellando turbios pactos de impunidad. Se ve que aprendió de sus maestros… en el viejo PRI.