Sucedió lo que se esperaba: el PRI se cambió de bando y votó con Morena y sus aliados una ley para hipermilitarizar el país y mantener al Ejército en las calles hasta el año 2028. Esto tiene 4 coletazos:
1.- La muerte de la alianza PAN-PRI-PRD… que tanto quieren revivir. Esta ley fue aprobada —casi de manera unánime— por los diputados priistas, que demostraron estar a las órdenes de su dirigente nacional, Alejandro “Alito” Moreno , a quien el gobierno presionó hasta doblar. Los senadores del PRI, que no responden a Alito, han anunciado que la rechazarán ahora que les llegue. Desde hace varios días PAN y PRD han jugueteado con la idea de mantener la alianza con algunos sectores del PRI. No con la dirigencia de Alito, pero quizá con liderazgos locales, sobre todo porque el próximo año no hay elecciones nacionales, sino en Coahuila y Estado de México. Las siguientes elecciones federales son en el 2024, cuando Alito ya habrá dejado de ser el dirigente nacional del partido (si respeta los estatutos).
2.- Doble juego en Edomex. Los diputados del gobernador priista Alfredo Del Mazo votaron alineados con su dirigencia nacional y, sobre todo, con el presidente López Obrador, a quien tratan de maravilla en el gobierno mexiquense. Sin embargo, en toda la bancada del PRI sólo hubo una abstención y fue de una legisladora del Estado de México: ni más ni menos que Ana Lilia Herrera , el Plan B del gobernador para la sucesión estatal (ayer hablé de eso en estas Historias de Reportero). La abstención de Herrera deja abierta la puerta para mantener la alianza opositora a nivel local: si quieren, PAN y PRD podrían argumentar que ella no traicionó, pues no votó a favor de la militarización.
3.- La peor declaración en el peor momento. El secretario de la Defensa Nacional, general Luis Cresencio Sandoval, volvió a quitarse el uniforme militar para ponerse la gorra guinda de Morena. Un día antes de la votación, arengó en un discurso con motivo del día de los Niños Héroes: “Debemos discernir de aquellos que, con comentarios tendenciosos generados por sus intereses y ambiciones personales, antes que los intereses nacionales, pretenden apartar a las Fuerzas Armadas de la confianza y respeto que deposita la ciudadanía”. La supresión del que piensa diferente, como orden a acatarse por un batallón que obedece y calla.
4.- ¿Por qué NO a la militarización? Porque llevan tres sexenios mandando al Ejército a contener la violencia y lo único que ha pasado es que la violencia sube. Tres sexenios en que los presidentes justifican el militarismo echándoles la culpa a los gobernadores, pues dicen que son ellos quienes piden al Ejército. Cada que hay una crisis de violencia, llegan cientos de elementos, se apaga el fuego brevemente, pero luego vuelve a brotar y más gravemente. Con Calderón salió mal, con Peña peor, con AMLO aún peor. ¿Al presidente “diferente” no se le ocurre nada distinto?
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