Dicen que ganaron las elecciones, pero en el gobierno y su partido, hay todo menos ambiente festivo:
López Obrador se ve enojado cada que habla de la elección. Ataca a la “clase media” por no votar por él. Mario Delgado acusa de traiciones dentro de Morena. Ricardo Monreal dice que él no es el traidor. Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard se dan con todo por debajo del agua. El presidente los ve lastimados y dice que hay otros presidenciables: Tatiana, Juan Ramón, Moctezuma. No incluye a Monreal. Monreal dice que él no se descarta, pero que se están suicidando políticamente los que andan en la carrera presidencial. López Obrador ataca a los que no votaron por él. Delgado endosa a Sheinbaum la factura de la derrota en la Ciudad de México y zona metropolitana. El Partido Verde, sin el que Morena no tiene ni la mayoría simple, amenazó que está listo para negociar con todos, que no se debe pensar que en automático están con el gobierno. Casi de inmediato, se sabe que el SAT y la FGR investigan a dirigentes del Partido Verde. Varios de los nuevos diputados del Verde son del equipo más cercano a Ebrard. El presidente, enojado porque no ganó la mayoría calificada, dice que mandará al Congreso iniciativas de reformas constitucionales, y que si los diputados no las aprueban, pues allá ellos.
No recuerdo un equipo que, al terminar el partido en el que se corona campeón, los jugadores se retiran al vestidor para pelearse a golpes, y luego salen a su conferencia de prensa para atacarse y escupirse entre ellos. Eso está sucediendo en el gobierno, su partido y sus aliados. No sé si estoy equivocado, pero mi concepto de festejo es diferente, tiene más que ver con una borrachera de gusto que hace que se perdonen todos los pleitos internos, que se olviden los resquemores, que se superen las diferencias. A fin de cuentas, el equipo salió victorioso.
La imagen que dan desde el poder es la de que en realidad fueron derrotados. Que no consideran ningún triunfo haber ganado 12 gubernaturas y mantenido la mayoría simple en la Cámara de Diputados, en medio de una desastrosa gestión que no tiene nada que presumir en economía, seguridad, salud, corrupción, combate a la pobreza. Era para que hubieran perdido todo, y ganaron mucho, pero no parecen convencidos. Salen a decir con mala gana que les fue muy bien, que están felices, que arrasaron, pero organizan la peor fiesta del mundo.
Salvo que sea el ocaso el que esté empezando a asomar en la ventana. Y que el amargo sabor del retiro impregne el paladar. Que la irremediable, paulatina y sistemática pérdida de poder asociada a la sucesión se traduzca en ese ánimo iracundo de quien no puede modificar por sus pistolas la Constitución, de quien es incapaz siquiera de evitar una guerra abierta entre los suyos.
SACIAMORBOS
.— Hoy se da a conocer la primera entrega del dictamen sobre la tragedia en la Línea 12 del Metro. En Morena… que comiencen los juegos del hambre.
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