En la oficina de la representante comercial de Estados Unidos, Katherine Tai, ya se están preparando las primeras dos robustas demandas contra el gobierno de México por incumplimiento del TMEC. Así me lo revelan fuentes de primer nivel.

El gobierno de nuestro vecino del norte ha tomado nota de la hostilidad del presidente mexicano hacia las empresas estadounidenses. La lectura que hace el equipo comercial del presidente Joe Biden es que aun cuando no se aprobó la contrarreforma energética de López Obrador, hay violaciones a contratos, incumplimientos, amenazas de expropiaciones, impedimentos de cooperación, y en general, un sesgo antiamericano que viola el Tratado México-Estados Unidos-Canadá. Es por eso que la oficina de la representante comercial (USTR, por sus siglas en inglés) ha escogido, entre un puñado expedientes que tenía a la mano para proceder contra México, los dos que parecen más fáciles de ganar en un panel del TMEC.

Si en las próximas semanas se toma la decisión final de proceder contra México, podría desatarse un grave peligro y un alto costo:

El grave peligro es que el propio TMEC contempla que el país que se siente agredido puede de manera unilateral imponer aranceles al país presunto agresor. Y para ello no tiene que esperar 18 meses que demora el arbitraje. Lo puede hacer de inmediato. En caso de que pierda el arbitraje, tendría que retribuir el costo pagado al país acusado. Esto abre la puerta para que la administración Biden imponga aranceles que pueden resultar muy dolorosos para la economía mexicana, que no ha encontrado una senda de recuperación después de la pandemia.

El alto costo es la oportunidad que se está perdiendo México de aprovechar los problemas de China con Estados Unidos. A Estados Unidos le faltan chips. Se podrían estar haciendo en México. Estados Unidos está sufriendo en sus cadenas de suministro por los incumplimientos chinos. México podría volverse el proveedor. México tiene el tratado comercial y tiene la posición geográfica. Lo que no tiene es un gobierno que entienda esas ventajas y se presente ante el mundo como atractivo para la inversión privada. Se presenta más bien como una amenaza que ve como invasores a los inversionistas foráneos y como corruptos a los nacionales, una nación que puede cambiar las reglas según el capricho presidencial de coyuntura. México está dejando ir carretadas de dólares en inversiones, que son empleos y mejoramiento de las condiciones económicas del país.

¿México podría frenar estas dos denuncias en el TMEC? Claro. Mandando señales amistosas a Estados Unidos. Una caminata de Biden y AMLO por el jardín de las rosas de la Casa Blanca y un par de sanciones económicas a Rusia (que a México no le cuestan nada porque ese país no es relevante en nuestra economía) podrían dar un giro a la percepción de nuestro principal socio comercial y vecino estratégico. Por el contrario, López Obrador no ha dejado de mandar señales hostiles a Biden. Dijo que le daba el mismo trato que a Putin, se ha negado a condenar al dictador ruso por su invasión, no se suma a las sanciones económicas y encima, el viernes, cuando hablaron por teléfono, abogó por las dictaduras de Cuba y Venezuela.

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