Si López Obrador tuviera más inteligencia política que rencor, haría un anuncio contundente en la conferencia mañanera de este lunes: el retiro de su iniciativa de reforma electoral. Con ese solo gesto, desarticularía al que ayer se consolidó como el movimiento más amenazante para sus planes de sucesión presidencial.
Pero el presidente de México, que es un estratega de campaña extraordinario, tiene más odio que sagacidad electoral. Tiene más rencor que reflejos. Así que repetirá los insultos contra los ciudadanos que marcharon y será como soplarle a la chispa que está prendiendo el fuego: las llamas se van a ir extendiendo gracias a él.
Porque lo que sacó a la gente a la calle de manera masiva este domingo en México fue el presidente en su apetito de debilitar la democracia mexicana. No fueron los partidos de oposición. Fue la sociedad civil sistemáticamente agraviada durante los años del obradorato la que se organizó y mostró un músculo que había permanecido dormido.
López Obrador había logrado privatizar la calle. Sólo sus manifestaciones contaban, sólo sus bloqueos eran legítimos, sólo sus convocatorias llenaban las plazas. Un enorme sector de la sociedad había perdido la calle, había cedido todos los espacios a Morena.
Cohibidos por la popularidad del presidente, desanimados por el “teflón” de López Obrador, arrinconados por sus ofensas, temerosos por sus amenazas y sus grupos de choque, miles de ciudadanos optaron por aguantar los golpes. Durante estos años hubo muchas cosas que hubieran merecido las calles colmadas de protestas. No sucedió. Y el presidente les restregó burlón una y otra vez cómo lograba salirse con la suya.
Este domingo, ese enorme sector de la sociedad decidió dar las luchas que habían quedado pendientes, bajo el paraguas de la más importante de todas: defender la democracia, amenazada por el presidente más poderoso de la historia reciente del país. Ayer, una sensación de victoria recorrió a todos los que López Obrador y los suyos no se han cansado de gritarles con sorna: ¡perdieron!
Esa sociedad civil organizada es la verdadera oposición en México y ha recupe rado la esperanza. Logró lo que ningún partido. De hecho, los partidos y sus figuras tuvieron que colgarse de la manifestación para no verse rebasados. Este domingo quedó delineada la fórmula exitosa para ganarle a Morena la Presidencia en el 2024: los partidos sumándose a una sociedad civil inspirada, en pie de lucha, con un sentido de pertenencia. No al revés.
Una oposición construida desde la sociedad civil no tiene las vulnerabilidades de la oposición partidista. Frente a un movimiento con ese arrastre y esa legitimidad democrática, López Obrador no tiene las herramientas con las que ha aplastado a los partidos: ¿va a meter a todos los que marcharon a la cárcel? ¿va a amenazar con investigaciones de la UIF y carpetas de investigación a tanta gente?
Ahí estaban las hojas secas, muchas, regadas por el bosque. Era cosa de que surgiera una chispa para que empezara el fuego. Ayer fue la chispa.
SACIAMORBOS : La Ciudad de México demostró ayer que es un bastión de la oposición. Eso, más allá de generar todos los corajes, ha de haber encendido todas las alertas electorales. Quedaron tan noqueados que la “gran” respuesta de la “histórica” Cuarta Transformación fue un tuit con una foto de Martí Batres diciendo que eran 10 mil personas… y video de un puñado felicitando al presidente por su cumple.