Después de que su camioneta recibió 414 balazos del narco y tres de ellos impactaron en su cuerpo, Omar García Harfuch estuvo días hospitalizado y semanas convaleciente. Durante ese lapso, el secretario de Seguridad Ciudadana de la capital del país recibió muestras de apoyo de mujeres y hombres de todo el espectro político y social. Pero hubo una ausencia que pesó: el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, no fue a visitarlo al hospital ni a su casa, no le hizo una llamada telefónica ni siquiera le mandó un mensaje de WhatsApp.
En el primer círculo del gobierno de la Ciudad de México, todos los que supieron de este desdén (apenas se refirió a él fríamente en la mañanera) lo interpretaron como una muestra más de que a López Obrador no le agradaba García Harfuch por su pasado como colaborador de Genaro García Luna, secretario de Seguridad Federal en tiempos de Felipe Calderón, sentenciado en Estados Unidos por colaborar con el narco y uno de los blancos predilectos con los que el presidente de México describe la podredumbre del pasado. Con este veto presidencial, Harfuch quedaba inhabilitado para aspirar a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México: un alumno de García Luna, salpicado además en el expediente de Ayotzinapa, no podía ser el candidato al segundo cargo en importancia que se juega en el 2024.
Eso ya cambió. Me revelan fuentes muy enteradas que hace un par de semanas, el presidente y García Harfuch se encontraron, y el mensaje de López Obrador fue claro: tienes mi visto bueno para entrar a la contienda, mídete, que se te incluya en las encuestas, y vemos.
Este cambio de señales exhibe la preocupación del presidente López Obrador por la posibilidad de que la oposición gane el gobierno de la Ciudad de México. La irrupción de Xóchitl Gálvez a la escena electoral ha mejorado las perspectivas de la alianza opositora a nivel nacional, y sobre todo en la Ciudad de México.
García Harfuch es un hombre que puede arrebatar parte del voto que naturalmente se inclinaría hacia la oposición. Especialmente con la clase media y con el empresariado, con quienes se ha mantenido muy cercano. Además, durante su gestión ha marcado contundente distancia de la política de “abrazos no balazos” federal. En la Ciudad de México hay balazos. Y muchos. Y se combate al crimen con operativos mucho más parecidos a los del sexenio de Felipe Calderón que al “dejar hacer, dejar pasar” de López Obrador.
Omar García Harfuch, ya renunció a su cargo como secretario de seguridad para buscar la candidatura oficialista al gobierno de la Ciudad de México. No la tiene fácil. Se la prometieron también a Ricardo Monreal. Se la prometieron también a Clara Brugada. Ya se está coqueteando con la idea de que Cuauhtémoc Blanco recuerde su cuna en Tepito para tratar de que la oposición no gane. Será otra contienda interna de hervor.