La nueva funcionaria estrella del gobierno de López Obrador , Clara Luz Flores , protagonizó una de las historias de fracaso electoral más sonadas en la corta vida del partido Morena. Arrancó la campaña como puntera en las encuestas con una cómoda ventaja frente a sus competidores, y terminó en cuarto lugar.

El punto de quiebre, lo que la desplomó en las preferencias electorales, fue cuando mintió sobre su relación con el líder de la secta Nxivm, Keith Raniere: dijo que no lo conocía y luego apareció un largo video de ambos platicando.

La derrota no sólo fue para Clara Luz. Fue también para su esposo, Abel Guerra , un añejo y controversial priista ―tiene veinte años más que ella― conocido por lo bien que se mueve en los sótanos del poder en el norte del país. Ambos se encumbraron en el PRI, ambos se fueron de ese partido, ambos terminaron en Morena.

Después de la estrepitosa derrota, Clara Luz y Abel se dedicaron a contar a quien los quería escuchar que altos funcionarios de Palacio Nacional y de Morena los habían traicionado. Que les habían mandado decenas de millones de pesos para la campaña, pero luego se los habían pedido de regreso dizque para hacer spots de campaña, promoción, trabajo territorial… y nunca vieron nada. Y que ese dinero y esos funcionarios del gobierno y el partido terminaron volcados en atender la crisis que enfrentó súbitamente Claudia Sheinbaum por el colapso en la Línea 12 del metro, que sucedió por esas fechas, semanas antes de las elecciones para gobernador en Nuevo León y otros 14 estados. En síntesis: que los habían dejado solos y que les habían visto la cara con el dinero. Así me lo revelaron varios de sus interlocutores.

Esta narrativa salpicaba a la cúpula obradorista. Al gobierno no le convenía que se esparciera. Así que le fueron ofreciendo distintos “premios de consolación” a Clara Luz: varias embajadas y consulados, pero no quiso. Ella pidió el Infonavit o el ISSSTE, pero no se los quisieron dar. Me cuentan fuentes de Palacio que la pareja amenazó con salir a contar públicamente la historia de los millones en la campaña de Morena en Nuevo León, y entonces ―fruto de un acuerdo en el que me dicen intervinieron la secretaria Rosa Icela Rodríguez, el gobernador y exsecretario Alfonso Durazo y el exconsejero jurídico Julio Scherer― le llegó el nuevo cargo en el que tiene relevancia estratégica y sobre todo, acceso a un jugosísimo presupuesto. Abel y Clara Luz deben estar felices. Ella ya es la titular del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

SACIAMORBOS

Dicen que tras hurgar en las cuentas de Alito ahora el nombre de moda es Rolando S. A ver hasta donde alcanzan a ver las lupas de los investigadores. A ver si no se ponen verdes los cristales con que se mira.

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