Durante meses el gobierno de López Obrador recibió avisos de que venía un endurecimiento de la administración Trump en el tema migratorio pero pareció desestimarlo y terminó pagando un alto costo: hasta que llegó la amenaza de aranceles, dio un giro de 180 grados y pasó de abrir las puertas a las caravanas a perseguir migrantes.
A pesar de la dolorosa lección, en el tema de seguridad y drogas le está ocurriendo exactamente lo mismo. Las señales fueron muchas desde la Casa Blanca, pero poco se hizo para evitar un desenlace similar.
La declaración de Donald Trump de que por primera vez incluirá a los cárteles mexicanos en la lista de organizaciones consideradas terroristas por Estados Unidos pone contra la pared, de nuevo, al presidente López Obrador y a México.
La idea no es nueva. Administraciones estadounidenses anteriores la plantearon como amenaza para forzar una cooperación mayor. De hecho, Trump la empezó a sugerir públicamente desde marzo pasado, sabedor de que el intercambio de información de inteligencia entre ambos países está en su más bajo punto desde hace varias décadas.
Estados Unidos mandó después todas las señales de su enorme preocupación por la falta de estrategia de seguridad en México. Se los dijeron a todos los niveles en no pocas reuniones bilaterales. Pero el presidente López Obrador no se movió: sostuvo el discurso de perdonar a los criminales, darles “abrazos, no balazos” y “no combatir la violencia con más violencia”.
La realidad sólo fue empeorando: cifras oficiales marcando que 2019 será el más violento del que se tenga registro, humillaciones al Ejército, matanzas por todos lados, el ridículo en Culiacán, el reclamo social, hasta llegar al asesinato de seis niños y tres mujeres mexicano-estadounidenses en Sonora.
México viéndose cada vez más débil y el presidente AMLO atrincherado en su posición.
Trump lo aprovechó: amenazado por un proceso de destitución y embarcado en su campaña de reelección, el presidente de Estados Unidos tiene todos los incentivos para volver a su tema favorito: la “amenaza” en su frontera sur. Le ha funcionado siempre.
De concretarse, la inclusión de los cárteles mexicanos en la lista de organizaciones terroristas puede significar la mayor crisis que haya enfrentado el gobierno del presidente López Obrador: Con la economía estancada y la inseguridad al alza al cumplirse su primer año de gestión, se topa con el dilema de renunciar a su política de “abrazos no balazos” para que Trump vea que en México se está haciendo algo contra los carteles, o enfrentar a Trump por primera vez.
Y deberá tomar esta difícil decisión sin que se haya ratificado el tratado comercial del que cuelga buena parte de la mancillada economía mexicana.
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