El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, es el más demócrata de los tiranos y el más tirano de los demócratas.

Para verse bien, prefiere tomarse la foto al lado de los dictadores. Ahí luce bien. Porque la cosa está peor en Cuba, Venezuela y Nicaragua que en México. Qué le van a reprochar los autócratas de esos países. Qué le va a decir Ortega de su intención de tomar el INE cuando las autoridades electorales nicaragüenses son propiedad del dictador que gana todas las elecciones. Qué le va a decir Díaz-Canel de los periodistas muertos y los ataques a la prensa cuando en Cuba el periodismo crítico tiene que vivir en la clandestinidad. Qué le va a decir Maduro de Ricardo Anaya cuando él tiene en el exilio a Leopoldo López y a Juan Guaidó. Ninguno le va a reprochar que decida violar las leyes, desconocer contratos y ahuyentar las inversiones. Ninguno lo va a cuestionar por militarizar todos los ámbitos de la vida pública o intentar acaparar todos los negocios para repartirlos en el gobierno y desde el gobierno. Ninguno se va a escandalizar por extorsionar empresarios y tenerlos con un pie en Estados Unidos.

En una foto al lado de Maduro, Ortega y Díaz-Canel, López Obrador es el demócrata. Frente a las realidades de Venezuela, Nicaragua y Cuba, la de México luce bien. Quizá por ello el presidente de México ha decidido jugar el papel internacional de canciller de los dictadores. Se planta vigoroso ante Estados Unidos exigiendo para los autócratas un lugar en la mesa de los demócratas. Exige que sean invitados a la Cumbre de las Américas que organiza el presidente Joe Biden, o si no, él no va. Argumenta que hay que respetar el derecho a la autodeterminación de los pueblos, como si los pueblos de Venezuela, Nicaragua y Cuba determinaran sus destinos, como si tuvieran algo que decir sobre el rumbo de sus naciones. El presidente de México se tapa los ojos ante la opresión y prefiere abrazarse con los opresores.

Si quisiera, López Obrador tiene la mesa puesta para sentarse al lado de los demócratas. Junto a Biden y el canadiense Trudeau, por ejemplo, con quienes ha firmado el más importante tratado comercial vigente. Pero en esa mesa, él es el tirano. En esa fotografía no sale bien. Con ellos al lado, aparecen las manchas en el traje. Con ellos no es poca cosa que use todo el poder del Estado para perseguir a quien disiente, no se ve bien que proteja a los criminales, que apueste por las energías sucias, que desprecie las demandas de las mujeres y criminalice a los periodistas. Ahí le pueden cuestionar por los índices récord de violencia, por su negligencia en la pandemia y por la corrupción que salpica a su gabinete y a su familia. Si se sienta a la mesa con los demócratas, es el más tirano.

Él ya escogió de qué lado estar.

historiasreportero@gmail.com

 

para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, planes para el fin de semana, Qatar 2022 y muchas opciones más.