La trampa para imponer a Claudia Sheinbaum como candidata presidencial de Morena no se hizo los últimos diez días con el levantamiento de las encuestas, como lo ha denunciado Marcelo Ebrard.
El fraude se hizo. El presidente López Obrador lleva dos años mandando todas las señales de que ella es la favorita; alineándole gobernadores, gabinete, empresarios, medios de comunicación; poniendo a su servicio programas sociales y servidores de la nación; canalizándole así un río de dinero ilegal para armar la campaña, acarrear en los mítines, plagar de espectaculares y bardas el país. Entró en su defensa cuando se vio en problemas y dejó que burdamente se operara a su favor con dinero público. Cuando Claudia estuvo arriba en las encuestas, López Obrador diseñó un proceso interno donde todo se acomodaba para que no se movieran estas preferencias (prohibidos los debates, las críticas, los contrastes, las entrevistas) y se simulara una competencia que nunca fue pareja.
El fraude se está haciendo. No tenían necesidad, pero en la encuesta se atascaron. No quisieron correr ningún riesgo. Teniéndola en la bolsa, la tuvieron que ensuciar, evidenciando la imposición. La consecuencia de la lealtad sobre la eficiencia. Se documentó el envío de funcionarios públicos para promover a Claudia Sheinbaum a los lugares en donde se realizaría la encuesta. Marcelo Ebrard y su equipo relataron detalladamente las irregularidades. En un discurso que hacía recordar al López Obrador del 2006, puso al hoy presidente en el lugar de Fox y a Sheinbaum en el papel de Felipe Calderón. Si AMLO hubiera sido víctima de lo que le hicieron a Ebrard, estaría poniendo el grito en el cielo.
El fraude se va a hacer. La sucia elección de Sheinbaum es solo un anuncio de lo que viene. El Presidente va a meterse hasta la cocina en la elección presidencial. Más ahora que la oposición que revivió y se siente enrachada. Más ahora que los cuestionamientos de Ebrard al proceso interno terminaron arrojando a una candidata todavía más debilitada de lo que se preveía. Veremos todo el uso del aparato público de dinero y de poder, de los órganos de inteligencia y procuración de justicia del Estado, veremos a los gobernadores y secretarios operando, a los empresarios amenazados, al Ejército donde se requiera y a los narcos donde se necesite, todos, operando el triunfo de Morena en el 2024. El hombre que más se ha quejado de los fraudes electorales en nuestro país, manufacturando el suyo.
Esa idea de que el 2024 sería un trámite y que el Presidente ganaría tranquilamente con quien fuera, ya quedó atrás. Es juego nuevo.