“El Padrino del Bienestar”. Óleo sobre tela. Está desaparecido el senador Daniel Barreda. Movimiento Ciudadano denuncia que el gobierno morenista de Campeche detuvo a su papá y a un diputado local cercano a él. ¿Secuestraron a Barreda? Si no aparece, si no llega, Morena gana la votación de la reforma al Poder Judicial. MC enciende todas las alertas. Inicia la sesión. MC denuncia los hechos: persecución política. Morena fue capaz de eso, con tal de tener un voto. Pide la palabra el coordinador de Morena, dueño del Senado, Adán Augusto López. Con gesto de jefe mafioso, como si fuera El Padrino (del Bienestar), suelta: el senador Barreda y su papá no están detenidos, ya hablé con la gobernadora de Campeche, ya hablé con la Fiscalía, ya hablé con el Tribunal. Con suspenso —como guion de un Mario Puzzo (del Bienestar)— deja lo mejor para el final: ya hablé con Barreda, está bien, y está en la Ciudad de México. Prueba de vida, le dicen en la industria del secuestro. Pero Barreda no estaba en la Ciudad de México. El diputado de MC Juan Zavala viajó a Campeche y ¡lo vio ahí! Incomunicado en la sala de juicios orales, con su papá que fue detenido en la madrugada en su casa y el coordinador local de MC que fue detenido en la mañana afuera de la escuela de sus hijos.

“Las pasiones que nos unen”. Escultura en cobre. Miguel Ángel Yunes Linares entra al Senado caminando por los pasillos como si fuera el presidente rumbo a tomar protesta. Los morenistas lo aplauden a rabiar. Por años lo acusaron de ratero, corrupto, delincuente, defraudador electoral, narco, asesino y pederasta. Ya no. Lo recibe con un abrazo Adán Augusto, El Padrino (del Bienestar). Lo escolta Alejandro Murat, ahora senador oficialista (también le dijeron ratero, corrupto, delincuente, defraudador electoral, y ya no). Toma la tribuna. Los panistas —que encumbraron al Senado a un personaje con ese currículum porque según ellos, con los duros se iba a ganar la elección— le gritan ¡traidor, traidor! Yunes ofrece después una conferencia de prensa… escoltado por Félix Salgado Macedonio, señalado por recibir dinero del narco y denunciado por violencia sexual.

“El Guasón hoy trabaja de Batman”. Cartón sobre lámina. Gerardo Fernández Noroña, ícono de las revueltas legislativas, quien en su larga carrera política hizo en la Cámara todo lo prohibido —tomó tribunas, insultó, gritó, se disfrazó—, es hoy presidente del Senado. De traje y corbata, pide mesura a la oposición. Que no interrumpan al orador, que se conduzcan con respeto, que no rebajen el nivel del debate.

“El cártel del Bienestar”. Madera, aluminio, papel moneda. Morena se atrevió a lo que no se había atrevido nadie para conseguir los votos que le hacían falta. No sólo retomó las ofertas de dinero a cambio de votos —que tanto criticó en el pasado— sino que confundió la operación política con la llana extorsión e intercambió la argumentación por las amenazas. Ofreció millones, amenazó con abrir expedientes de la UIF y las fiscalías, intimidó legisladores, prácticamente secuestró a uno, fue capaz de detener a sus familiares y utilizó las órdenes de aprehensión como moneda de cambio: si votas a favor, te perdono; si votas en contra, te encarcelo. No sólo actuó como una dictadura. Actuó como una mafia, como un cártel. Y mientras ejecutaba todo este repertorio, acusaba a la Suprema Corte de ser “el cártel de la toga y el birrete”, llamaba a los ministros “delincuentes de cuello negro” y prometía impulsar la más limpia y transparente impartición de Justicia con su reforma al Poder Judicial.

Nada de esto sucedería si no tuvieran el permiso de López Obrador y Sheinbaum. A ellos les toca inaugurar el museo.


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