Faltaban unas semanas para las elecciones presidenciales de 2018, pero todas las señales habían sido enviadas. El entonces presidente Enrique Peña Nieto había buscado a López Obrador. Él le respondió que se portara bien en la elección del Estado de México, y vería. AMLO evaluó que EPN se portó bien y se tendió un primer puente. Siguió la campaña presidencial, y el gobierno y su partido optaron por no atacar a López Obrador, sino concentrar sus baterías en el panista Ricardo Anaya. La ventaja a favor de AMLO se fue ensanchando conforme se acercaba la fecha de la elección.

Me revelan fuentes de primer nivel que, en este contexto de buenas señales de Peña Nieto a López Obrador, en la recta final de la campaña presidencial se cuadró la primera reunión entre ambos: en las oficinas privadas del empresario y asesor obradorista, Alfonso Romo, en una exclusiva torre de la zona de Polanco.

Según los mismos informantes, a la cita llegaron juntos Peña Nieto y su canciller y hombre de todas las confianzas, Luis Videgaray, quien había ayudado a organizar la reunión. Los recibió Romo personalmente. Para sorpresa de ambos, la conversación inició y continuó… sin López Obrador.

Romo fue el que entró en materia. El empresario, que se convertiría en jefe de la Oficina de la Presidencia de López Obrador, les explicó que el candidato de Morena estaba preocupado de que le volvieran a hacer fraude, que no estaba confiado en la ventaja que le daban las encuestas. Romo recibió de sus interlocutores garantías de que eso no iba a suceder, que el candidato puntero podía tener total certeza de que el gobierno no meterían las manos en las votaciones. Esa sería la columna vertebral del Pacto AMLO-Peña: Te ayudo a llegar, pero tú no me tocas.

Me informan que en un momento clave de la plática, se abrió una puerta lateral en la oficina de Romo. Apareció López Obrador. O, mejor dicho, medio apareció López Obrador: porque sólo saludó de lejos, levantando la mano y asentando con la cabeza. Y sin haber entrado, salió, cerrando la puerta. Era su manera de ponerle sello al Pacto, que hasta ahora se ha respetado cabalmente.

SACIAMORBOS

Salió de Palacio, pero está dominando Morena. Gabriel García cobró notoriedad por ser el operador financiero y electoral del presidente López Obrador. Al llegar al gobierno, le dio oficina en Palacio Nacional para que se encargara de los Servidores de la Nación y los programas sociales se volvieran votos. El presidente despidió a García después del resultado electoral de junio. García regresó al Senado y mandó a su gran amigo Alejandro Peña a Morena. Juntos, hicieron una alianza con Mario Delgado para toda la operación electoral, usando los programas sociales del gobierno que García controló desde Palacio los primeros tres años del sexenio. El más reciente movimiento es convocar a un Consejo Nacional para aprobar los nuevos lineamientos de afiliación a Morena, a partir de comités creados por ellos mismos, basándose en listas de beneficiarios de programas sociales del gobierno… a las que solo ellos tienen acceso. Materia de impugnación.