Claudia Sheinbaum parece muy cómoda en el papel al que la ha condenado el presidente López Obrador. El presidente la ha ninguneado, humillado, sobajado.

La selección de candidatas y candidatos a los gobiernos estatales ha dejado claro a todo mundo que ella no tiene peso político ni toma las decisiones. El que manda es él. El presidente le bajó a su candidato a la jefatura de Gobierno y Claudia acató como si no le hubieran recetado una severa devaluación política.

Lo interesante es que ella no parece inconforme con esto: a fin de cuentas, desdibujarse de la escena, renunciar a su personalidad y pensamiento propios, y someterse a los designios del líder del movimiento la tiene con un pie en Palacio Nacional. Ha de pensar que la Banda Presidencial bien vale una humilladita.

Las candidaturas estatales de Morena mandaron un mensaje contundente a todos los actores políticos: quien decide y seguirá decidiendo es López Obrador. Su candidata y no el de Claudia quedó en la Ciudad de México. Su candidata y no el de Cuitláhuac García quedó en Veracruz. Su candidato y no la de Adán Augusto quedó en Tabasco.

Él decidió cuándo se iba a elegir candidata presidencial, él definió el método, el repartió los premios de consolación, él puso a la candidata presidencial, él hace la campaña (Claudia está semi-desaparecida), él confronta a la oposición, él dobla a Marcelo y ella solo tiene que repetir —si se puede, de manera textual— lo que dice López Obrador. Ese rol lo ejecuta con la precisión de una científica. A fin de cuentas es la gran beneficiaria: Sheinbaum arranca la etapa formal de precampañas este 20 de noviembre con más o menos 20 puntos de ventaja en las encuestas. Si tiene que seguir nadando de muertita y tragarse algunos sapos, el premio está muy a la vista como para rechazarlo.

Morena completó sus dos procesos más delicados de selección de candidaturas sin mayores sobresaltos. Tiene candidata presidencial y tiene 5 candidatas y 4 candidatos a las gubernaturas y jefatura de Gobierno, y sin fractura. En la presidencial, Monreal se dobló desde el principio y Ebrard terminó de doblarse ayer. Y en las estatales, los que fueron arrollados por el dedazo de género —Harfuch, Lomelí, Sheffield— se disciplinaron y los que incluso amagaron con irse, al final bajaron la cabeza: Ignacio Mier y el papá del Checo Pérez. Un rompimiento previo en Morelos es el único saldo. Extraordinario resultado para el presidente y su partido.

En cambio, la oposición otra vez ha perdido tracción y se ha desdibujado. Le ha dejado una tarea muy sencilla a Claudia Sheinbaum: administrar su ventaja, no equivocarse, seguir el guión. Xóchitl Gálvez luce desconcentrada y fuera de foco. El presunto doble lapsus atacando a Alito y el deprimente episodio de la candidata que se congela en el templete cuando se le apaga el prompter con su discurso retratan el mal momento que vive esa campaña.

SACIAMORBOS

La oposición tampoco supo aprovechar el bombón que le regaló Morena, al postular a Clara Brugada en la Ciudad de México, después de que Omar García Harfuch le puso una paliza en la contienda interna. Tan pronto el PAN quiso posicionar a Santiago Taboada, el PRI y el PRD descalificaron la postulación.

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