Hay un tercer brote de coronavirus en el país. Hay más contagiados que en las primeras dos olas. Falta de vacunar medio país. El Insabi no termina de jalar y el desabasto de medicamentos aún no se resuelve.
El regreso a clases está agendado en tres semanas. Las escuelas no están listas. Llevan año y medio abandonadas. El presidente dice siempre en sus discursos que hay muchos Méxicos, pero ha definido que para todos esos Méxicos (con distintos semáforos epidemiológicos, hospitalizaciones y contagios) hay una sola orden: todos regresan a clases el mismo día a la misma hora, llueve, truene o relampaguee. Urge reabrir las escuelas. Las familias no aguantan más. Pero la pandemia está desatada. Menudo desafío.
La frontera terrestre con Estados Unidos está cerrada. Hay que conseguir que reabra. La recuperación económica está trunca.
La gasolina está más cara que nunca. El gas LP está más caro que nunca. El gobierno tiene que echar a andar -no se le ocurrió nada mejor al presidente- una empresa para llevar el gas a las casas de la gente. Los gaseros se van al paro en la Ciudad de México y seis estados.
A Pemex le bajaron la calificación. Hay que recuperarla y salvar de la quiebra a la compañía. Al aeropuerto de Santa Lucía le bajaron también la calificación, de hecho, a toda la seguridad aérea mexicana. Urge recuperarla.
La inseguridad está en niveles récord. Ejecutan a 100 personas al día. Los feminicidios siguen aumentando. Y la Guardia Nacional no termina de funcionar. O no empieza aún a funcionar.
Los programas sociales resulta que llegan más a los ricos que a los pobres. En tres años de gobierno, los pobres reciben menos dinero del gobierno porque les quitaron Oportunidades y la suma de las becas y los apoyos de López Obrador suman menos dinero que lo que obtenían antes. Por si fuera poco, a los ricos les llega más dinero del gobierno. Son datos del INEGI. O sea, que el objetivo central del obradorismo –“primero los pobres”– está perturbado. Hay que corregirlo. Hay millones de pobres más a consecuencia de la crisis que acarreó la pandemia.
Ya son dos hermanos de Andrés Manuel López Obrador que aparecen en videos, recibiendo dinero en efectivo y diciendo que es lana para la campaña de su hermano. Los escándalos de corrupción de su propio gobierno crecen y lo cercan. Es otro planteamiento fundacional de esta administración que está resquebrajado.
Dos Bocas está empantanada. También el Tren Maya. La Línea 12 del Metro sigue sin operar.
Puedo seguir.
Mientras este es el estado de su gobierno, el presidente López Obrador tiene como prioridad -lo dejó claro en la mañanera- su siguiente consulta: la revocación de mandato, agendada para marzo del próximo año. Tendremos otra vez a un presidente en campaña. Como le gusta estar. Su estado natural. Provocando a sus adversarios, cucando a sus opositores, culpando de todo a la prensa, concentrado en movilizar a su partido, en alinear su músculo político para una operación electoral que si falla le puede costar la chamba.
Pero al país le vendría bien un gobierno, no una coordinación de campaña.
historiasreportero@gmail.com