El 3 de septiembre de 2019 Andrés Manuel López Obrador dijo una frase que lo va a perseguir toda su vida: “Este es un sistema político presidencialista. El presidente se entera de todo… ya basta de hipocresía”.

Pues eso digo: basta de hipocresía. Ayer en su conferencia mañanera el presidente dijo que él no mandó investigar a través de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) a Latinus, a Víctor Trujillo “Brozo”, a mi esposa y a mí. Pero que quizá Pablo Gómez, titular de la UIF, lo hizo por su lado, porque es su trabajo detectar “movimientos extraños en las cuentas”.

El presidente tira la piedra y esconde cobardemente la mano.

No tengo movimientos financieros extraños. Desde el inicio del sexenio este gobierno me ha revisado hasta de cabeza. ¿Usted cree que si hubieran encontrado algo, no lo hubieran publicado ya para usarlo en mi contra?

Y tampoco es cierto que esto lo haya hecho la UIF por su cuenta. Hay una clara política de Estado para intimidar y perseguir a la prensa crítica, y esa política la encabeza López Obrador.

Si en Latinus no hubiéramos publicado los videos de sus hermanos y su secretario particular jugueteando con dinero en efectivo, la mansión de su hijo José Ramón en Houston y las grabaciones telefónicas que exhibieron la red de tráfico de influencias de sus hijos Andy y Bobby, esto no estaría pasando.

Es una venganza. Una venganza que tiene una estrategia muy clara: ir subiendo paulatinamente el nivel de acoso. Escala un peldaño, espera a que eso se normalice, y escala otro. Lo que empezó con una mención por nombre y apellido un día en una mañanera —que en ese momento nos parecía inaudito e inaceptable— ha derivado en 600 menciones calumniosas, la revelación de la dirección de mi casa donde vivo con mi familia incluyendo hijos menores de edad, el jugueteo permanente con mis supuestos ingresos poniéndome a merced de los delincuentes, al menos dos denuncias ante la Fiscalía General de la República y al menos dos investigaciones de la UIF (la revelada recientemente incluye cobardemente a mi esposa que no es periodista, no es figura pública, no es funcionaria ni nada por el estilo).

Este gobierno no persigue a los corruptos. Persigue a los que exhibimos a los corruptos.

Me han preguntado mucho en estos días si estoy preocupado. Si no estuviéramos dando pasos gigantes rumbo a un régimen autoritario, no estaría preocupado en lo absoluto. ¿Pero hasta dónde está dispuesto a llegar López Obrador para vengarse y acabar con nosotros? Todas las opciones están sobre la mesa para un presidente ensoberbecido por un arrollador triunfo electoral, dispuesto de entrada a aniquilar al Poder Judicial y a la Suprema Corte, mecanismos de defensa de un ciudadano frente a los abusos de la autoridad.

Al final de su gestión, sabe que su legado para la historia, que tanto le preocupa, es de autoritarismo y de corrupción en su círculo más cercano. Quizá por eso, en su fantasía todopoderosa, desea borrar del mapa a quienes tenemos todos los datos para dejar constancia.

SACIAMORBOS

Quién iba a pensar que Pablo Gómez, líder histórico de la izquierda mexicana, iba a terminar desde una oficinita de burócrata, persiguiendo periodistas y opositores al régimen, y todo por tener un sueldito.

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